El hombre occidental ha presentado su mundo de un modo racional. El prehispánico lo ha hecho en forma de mito. Descartes había pensado que el cogito ergo sum daba fundamento para concebir al hombre como intelecto. ¿El fin contemplativo o la valentía guerrera? ¿A la biblioteca o al gimnasio? El hombre verdadero era el que dominaba el logos según el griego; para León Portilla, el oficio del logos según los aztecas era oficio de mujer. La vida de Kant supone a un hombre que vive según su perfección, según los preceptos de la razón; sin embargo, Nietzsche se burlaba de él llamándole algunas veces “el gran chino de Konigsberg” o “cristiano solapado”. En algún momento de la historia, las mujeres comenzaron a considerarse iguales a los hombres, esto fue porque alguien les había dicho que todo ser humano tiene como esencia el ser pensante. No hay un solo caso en que un filósofo haya gobernado un estado, mientras que la filosofía política judeo-árabe presentaba a su religión como la imagen o metáfora del pensamiento filosófico. Y, en fin, Freud decía: “no te avergüences de tus sueños, porque estos manifiestan tu ser”.
He querido presentar esta retahíla de visiones, tal vez inconexas, para hacer notar que este presente trabajo supone una idea debajo de todos los posibles problemas presentados más arriba, es decir, el problema de cómo me concibo yo como ser humano. Luego de explicar este primer punto de la cuestión he de presentar casi deductivamente cómo esta idea del hombre desarrolla luego un modo de ver el mundo, un modo de concebir a Dios, una manera de hacer política y una forma cómo me expreso y declaro sobre mi mismo, el mundo y Dios, es decir, un lenguaje especial.
Pero, por otro lado, ¿qué tiene que ver Kant con todo esto? En primer lugar, la manera cómo se concibe cada hombre que vive en este mundo es una cuestión metafísica. Metafísica porque esta concepción es un concepto demasiado general que rompe las barreras de la experiencia, es decir, después de haber rebuscado lo que yo soy, cada vez iré ampliando mi concepción hasta llegar a algo que significa lo que soy en esencia, después de esta larga ascensión, desde la experiencia hasta los conceptos, llego a algo simple y general, al concepto de sustancia. Al ser tomado el problema de la sustancia como cuestión metafísica, desde ya hay una confrontación radical con Kant, pues Kant es el mejor exponente del estudio que va más allá de los mismos conceptos metafísicos. Kant analiza la posibilidad y el alcance de estos mismos conceptos. Si nuestro interés es saber qué es el hombre, no de modo científico, sino metafísico, mejor dicho, qué clase de sustancia es el hombre, tendríamos que saber si este concepto mismo de sustancia se adecua al hombre y, es más, si es dable hablar de sustancia. Según Kant, el entendimiento no va más allá de lo que podemos percibir. Todo lo que es posible de percibir se halla bajo las formas de espacio y tiempo. La sustancia, según Kant, es una categoría del entendimiento, y toda categoría del entendimiento solo tiene posibilidad dentro de la experiencia. Pero El concepto de sustancia de Kant, no es el mismo el que nosotros nos proponemos buscar; la sustancia para Kant es el substrato que hace posible la experiencia (yo pienso que este substrato es la apercepción trascendental), no es algún concepto demasiado amplio, este tendría el nombre de Idea según Kant. Para este filósofo, lo que nosotros somos es imposible de saber, saber la esencia de algo escapa el alcance del entendimiento y por ello nos remontamos a la razón, este problema, el de saber cómo se concibe el hombre, está dentro de lo que sería la dialéctica.
A pesar de ello, nosotros pensamos que Kant sí tenía una cierta concepción del hombre, pues sin ella es imposible dar un paso adelante.
¿Qué soy yo? Esta pregunta desde ya, como dice Heidegger, manifiesta un modo de ser occidental, de raíz fuertemente griega. Ha de saberse que en otras culturas no se dio nunca esta clase de pregunta, pues esta misma pregunta supone ya una concepción del hombre.
El nacimiento del Yo, el concebirme como una unidad, viene aparejada con una concepción de lo otro. Xavier Zubiri relata su antropología a partir de la realidad. Para él, en primer lugar todo era realidad, pero hubo un instante en que de esa realidad apareció algo que ya no se adaptaba al mecanismo de toda la realidad, y
Se concibió como algo no real, algo así como irreal. Si la realidad es extensa, entonces ¿qué cosa es la irrealidad? Metafísicamente hablando, el Yo aparece cuando se da cuenta que no pertenece a la realidad y se concibe como algo otro de la realidad. Se ha llamado a este suceso el nacimiento del Logos, el nacimiento del Espíritu. Algunos lo han llamado proceso de enajenación. Sea como sea, lo importante es saber que la concepción del yo-hombre (no como yo particular) es un rasgo de cualquier ser humano en todo lugar y tiempo.
El hecho de que yo al pensar, como lo hizo Descartes, me conciba como existente es válido, pero que me conciba como pensamiento niega mucho a la naturaleza humana. Como bien refutó Kant, el concepto mismo, sino se lo une a la sensibilidad, no puede decir nada objetivamente. Mi concepción como hombre es vital, percibimos el dolor de nuestro-cuerpo. Por mera especulación no podemos decir nada del mundo fenoménico, tan solo del mundo ideal. La manera de concebirnos como seres humanos de la que hablamos no es una pregunta sobre qué es el hombre, sino un recogimiento de lo que soy en esencia por la facultad que me caracteriza como hombre. Por ejemplo, si yo me concibo como cuerpo, mi percepción de tal cosa tendría que ser sensible y mi mundo estaría expresado por la sensibilidad, por la materia de la intuición. Esto lo decimos porque la mayoría de personas no se preguntan sobre qué soy yo o el hombre, pero sin embargo tienen una “idea” o “intuición”, digamos, de lo que es el hombre. Solo el hombre racional se ha hecho la pregunta por la razón, ha impuesto la quididad, el qué es del hombre a partir de lo que se concibe. Esto se aclarará en adelante.
Por lo tanto, consideramos cuatro formas de concebirse (sea sensible, intuitiva o racional): (1) como alma, (2) como cuerpo, (3) como cuerpo y alma y (4) como la combinación de cuerpo y alma.
Hay que aclarar que este análisis lo hacemos a partir de conceptos occidentales, pero que de ningún modo intentamos occidentalizar el modo de comprensión de otras culturas. Siendo así, Tanto el cuerpo y el alma son substancias. El alma sería, según Zubiri, la irrealidad. Se sabe que el cuerpo contiene las leyes de la materia. La filosofía hecha por cristianos había creado varios tipos de sustancias simples, pero hemos de reducirla nosotros al alma y al cuerpo (res extensa, res cogitans). Los caracteres de la substancia pensante, o alma, sería la inmutabilidad, la eternidad y se reduce a leyes lógicas. La sustancia material sería corruptible, mutable y finita. Toda sustancia tiene una fuerza, una especie de voluntad, y es característica de que somos nosotros.
Pues bien, el concebirse como alma traduce de la siguiente manera lo otro. El mundo no soy yo, por lo tanto se convierte en objeto y tiene por característica ser una substancia extensa. Dios nace a partir de la conciencia volitiva negada. Si yo soy alma, y mi voluntad como alma es una voluntad cognitiva, entonces aquello que se me niega a mis conocimientos viene de Dios. El ejemplo de este dios es el Dios de los filósofos. El Dios de los filósofos es racional, esta idea se da a partir de que uno se da cuenta que los conocimientos que tenemos no pueden saber todo, entontes esta voluntad de conocer se niega, viene la nadas, y se concibe a Dios. Si yo me concibo como un ser racional solamente entonces todos mis semejantes también serán seres racionales; a partir de eso, como la sustancia alma es igual, ya que no tiene extensión para diferenciarla, entonces todos los hombres son iguales, pues todos tienen alma al menos en potencia. La sexualidad es un producto de la materia, solo se habla de sexos en los cuerpos, ¿pero en las almas? No, de ahí que las mujeres también sean iguales a los hombres. Entonces mi forma de vida estará guiada por la razón, porque nuestra alma es racional y mi política, como todos somos iguales, entonces será democrática. ¿Cómo se manifiesta este hombre que se concibe como una sustancia racional? Se manifestará con un lenguaje racional, es decir, lógico. La ciencia contemporánea sería el ejemplo de cómo el hombre se podría comunicar y relatar su vida. Ejemplo de esto, toda la filosofía moderna, la globalización. La pregunta sería, estuvieron bien estos hombres al concebirse como seres racionales, el dolor mismo dirá.
Concebirme como cuerpo supone pertenecer al mundo natural. El mundo sería mi casa. No habría Dios, porque Dios se da mínimo en imágenes, ya que un ser que se concibe como cuerpo solamente se expresa con sensaciones, es un animal, y Dios no se da en sensaciones, no veo a Dios. No hay pruebas de que el animal tenga dioses, será porque la naturaleza misma soy yo y no percibo negación porque yo que soy hombre corporal soy todo con la naturaleza, ¿entonces, quién me niega? De ahí que no haya dios. La ley de la vida sería la lucha, el mejor sobrevive. Hay jerarquización, pues la materia hace desiguales a los seres. Como ya se dijo, mi forma de expresarme sería sensitiva. Ejemplo de esto ha querido ser, pero por la misma experiencia se ve que es imposible, el tal Diógenes el Cínico, tal vez Nietzsche, el hombre natural según Hobbes. Esta forma de concebirme no concuerda con el verdadero ser del hombre.
Concebirme como cuerpo y alma, no es otra cosa más que concebirme como ser racional. El Y de la conjunción cuerpo y alma es una composición simple, es una mezcla, no se fundan estas dos substancias. Esta es la concepción cristiana y tal vez aristotélica. Se acepta a regañadientes que tenemos cuerpo, pero no lo concebimos como parte de nosotros, seguimos considerándonos alma, y nuestro fin sería el vivir según las leyes del alma. El logos encarnado de los primeros filósofos cristianos es un problema, es el intento de hacer que el cuerpo sea eterno, para decir por fin que somos racionales. Esto no se pudo hacer, la carne siempre estaba ahí molestando a nuestra esencia. Es lo demoníaco, lo que debería ser destruido (Orígenes y su castración). Pascal lo tomaría este concebirse como cuerpo y alma como un impulso para que el hombre si quiere pueda ser como alma pura, porque si no quedaría atrapado en la cárcel del cuerpo. De esto tiene la culpa Aristóteles. Aristóteles, como todo griego, no niega el cuerpo ni lo menosprecia, pero su idea de que la esencia del hombre es racional y su fin contemplativo, dio impulsos para que los siguientes aristotélicos y renacentistas consideren el alma como la esencia del hombre. Esta forma de concebirse, por lo tanto, es una duda de si aceptar o no al cuerpo como esencia. Se terminará adoptando por lo segundo.
Concebirse como una combinación de cuerpo y alma es no aceptar que somos pura alma ni puro cuerpo, ni tampoco una mezcla que nunca llega a fusionarse, sino como una combinación, hablando en términos químicos. Si yo soy algo que no es ni pura alma ni puro cuerpo entonces el mundo sería a la vez objeto y a la vez sujeto. Sería nuestra casa y la casa del otro. Dios no sería una sustancia racional, sino una sustancia parecida a nosotros, una sustancia compuesta. El dios de este hombre sería los llamados ídolos por los cristianos, los dioses naturales, los dioses de los aztecas, de los incas, de los griegos antiguos. El hombre concibe a dios como igual a él, pero más poderoso. Es la idea de Jenófanes cuando dice que si los caballos tuvieran dioses, estos serían como los caballos. Hemos dicho que lo divino nace a partir de la negación de la voluntad, en este aspecto, lo que se niega es la existencia de la sustancia, el hecho de no poder comer, el hecho de ser alertados por un rayo, el hecho de temer al mar supone un negativa por parte del mundo a la voluntad. Todo lo que niega la existencia se convierte en Dios. Yo quiero, luego viene la negación, me concibo como impotente, y aparece Dios. No solo Dios es por el hecho cognoscitivo, sino por el total de nuestra esencia, por la vitalidad. A partir de esto, los seres humanos serían diferentes porque la materia, que es parte de nuestra esencia, jerarquiza a los seres por la competencia. El ideal de vida consistiría ya no solo vivir según la razón, sino también el cuidado del cuerpo, el ser fuertes y bellos. El fin sería un fin político, el hombre que aparece en cuerpo y alma ante los demás, no el pensador que se concibe alma que no aparece en cuerpo ante los demás. La política se traduce como el campo de acción de los hombres, y los hombres, como son cuerpo y alma, entrarían en competencia. El ideal de hombre sería como El Inca o como rey Azteca, tal es así que Moctezuma para ser rey de los aztecas tuvo que reunir los requisitos de ser excelente en la guerra y excelente con la palabra. He aquí el hombre superior. Entonces si yo soy esa combinación, ¿cuál sería mi lenguaje propio como hombre? Nada más ni nada menos que las imágenes. La imagen se encuentra entre el entendimiento y la sensación, es ahí donde mi lenguaje representa lo que soy. Tanto los incas como los aztecas se expresaron en imágenes. Pero ¿cómo se presenta la imagen? La imagen se presenta en los mitos, en la poesía, en los sueños. De acá resolvemos la pregunta de si por qué no hubo filosofía en América, simplemente porque la filosofía es producto del hombre que se concibe erróneamente como alma, donde pone todos sus impulsos en desarrollar esa capacidad. En un ambiente en que el hombre es carne y pensamiento, el máximo desarrollo no sería el filosofar, pues para filosofar hay que odiar los placeres del cuerpo, algo que un azteca no lo haría, sería más bien el ser guerrero (virtud corporal) y el ser imaginativo o retórico (virtud del alma), el término medio: sofistas. Siendo esta la concepción del hombre, ¿acaso no necesitamos una crítica de la razón imaginativa? ¿No hace falta saber para comunicarnos mejor cuáles son las leyes de este lenguaje imaginativo? ¿Cuál es la lógica de los sueños? ¿Cuál es la lógica de un poema? Pues estas manifestaciones tienen sentido.
Para terminar hace falta llegar a entender si es posible, qué cosa es esa esencia combinada de cuerpo y alma, yo me apresuro en decir algo, ¿no es acaso el instinto freudiano aquello que está entre lo psíquico y lo biológico, entre lo corporal y lo racional?
He querido presentar esta retahíla de visiones, tal vez inconexas, para hacer notar que este presente trabajo supone una idea debajo de todos los posibles problemas presentados más arriba, es decir, el problema de cómo me concibo yo como ser humano. Luego de explicar este primer punto de la cuestión he de presentar casi deductivamente cómo esta idea del hombre desarrolla luego un modo de ver el mundo, un modo de concebir a Dios, una manera de hacer política y una forma cómo me expreso y declaro sobre mi mismo, el mundo y Dios, es decir, un lenguaje especial.
Pero, por otro lado, ¿qué tiene que ver Kant con todo esto? En primer lugar, la manera cómo se concibe cada hombre que vive en este mundo es una cuestión metafísica. Metafísica porque esta concepción es un concepto demasiado general que rompe las barreras de la experiencia, es decir, después de haber rebuscado lo que yo soy, cada vez iré ampliando mi concepción hasta llegar a algo que significa lo que soy en esencia, después de esta larga ascensión, desde la experiencia hasta los conceptos, llego a algo simple y general, al concepto de sustancia. Al ser tomado el problema de la sustancia como cuestión metafísica, desde ya hay una confrontación radical con Kant, pues Kant es el mejor exponente del estudio que va más allá de los mismos conceptos metafísicos. Kant analiza la posibilidad y el alcance de estos mismos conceptos. Si nuestro interés es saber qué es el hombre, no de modo científico, sino metafísico, mejor dicho, qué clase de sustancia es el hombre, tendríamos que saber si este concepto mismo de sustancia se adecua al hombre y, es más, si es dable hablar de sustancia. Según Kant, el entendimiento no va más allá de lo que podemos percibir. Todo lo que es posible de percibir se halla bajo las formas de espacio y tiempo. La sustancia, según Kant, es una categoría del entendimiento, y toda categoría del entendimiento solo tiene posibilidad dentro de la experiencia. Pero El concepto de sustancia de Kant, no es el mismo el que nosotros nos proponemos buscar; la sustancia para Kant es el substrato que hace posible la experiencia (yo pienso que este substrato es la apercepción trascendental), no es algún concepto demasiado amplio, este tendría el nombre de Idea según Kant. Para este filósofo, lo que nosotros somos es imposible de saber, saber la esencia de algo escapa el alcance del entendimiento y por ello nos remontamos a la razón, este problema, el de saber cómo se concibe el hombre, está dentro de lo que sería la dialéctica.
A pesar de ello, nosotros pensamos que Kant sí tenía una cierta concepción del hombre, pues sin ella es imposible dar un paso adelante.
¿Qué soy yo? Esta pregunta desde ya, como dice Heidegger, manifiesta un modo de ser occidental, de raíz fuertemente griega. Ha de saberse que en otras culturas no se dio nunca esta clase de pregunta, pues esta misma pregunta supone ya una concepción del hombre.
El nacimiento del Yo, el concebirme como una unidad, viene aparejada con una concepción de lo otro. Xavier Zubiri relata su antropología a partir de la realidad. Para él, en primer lugar todo era realidad, pero hubo un instante en que de esa realidad apareció algo que ya no se adaptaba al mecanismo de toda la realidad, y
Se concibió como algo no real, algo así como irreal. Si la realidad es extensa, entonces ¿qué cosa es la irrealidad? Metafísicamente hablando, el Yo aparece cuando se da cuenta que no pertenece a la realidad y se concibe como algo otro de la realidad. Se ha llamado a este suceso el nacimiento del Logos, el nacimiento del Espíritu. Algunos lo han llamado proceso de enajenación. Sea como sea, lo importante es saber que la concepción del yo-hombre (no como yo particular) es un rasgo de cualquier ser humano en todo lugar y tiempo.
El hecho de que yo al pensar, como lo hizo Descartes, me conciba como existente es válido, pero que me conciba como pensamiento niega mucho a la naturaleza humana. Como bien refutó Kant, el concepto mismo, sino se lo une a la sensibilidad, no puede decir nada objetivamente. Mi concepción como hombre es vital, percibimos el dolor de nuestro-cuerpo. Por mera especulación no podemos decir nada del mundo fenoménico, tan solo del mundo ideal. La manera de concebirnos como seres humanos de la que hablamos no es una pregunta sobre qué es el hombre, sino un recogimiento de lo que soy en esencia por la facultad que me caracteriza como hombre. Por ejemplo, si yo me concibo como cuerpo, mi percepción de tal cosa tendría que ser sensible y mi mundo estaría expresado por la sensibilidad, por la materia de la intuición. Esto lo decimos porque la mayoría de personas no se preguntan sobre qué soy yo o el hombre, pero sin embargo tienen una “idea” o “intuición”, digamos, de lo que es el hombre. Solo el hombre racional se ha hecho la pregunta por la razón, ha impuesto la quididad, el qué es del hombre a partir de lo que se concibe. Esto se aclarará en adelante.
Por lo tanto, consideramos cuatro formas de concebirse (sea sensible, intuitiva o racional): (1) como alma, (2) como cuerpo, (3) como cuerpo y alma y (4) como la combinación de cuerpo y alma.
Hay que aclarar que este análisis lo hacemos a partir de conceptos occidentales, pero que de ningún modo intentamos occidentalizar el modo de comprensión de otras culturas. Siendo así, Tanto el cuerpo y el alma son substancias. El alma sería, según Zubiri, la irrealidad. Se sabe que el cuerpo contiene las leyes de la materia. La filosofía hecha por cristianos había creado varios tipos de sustancias simples, pero hemos de reducirla nosotros al alma y al cuerpo (res extensa, res cogitans). Los caracteres de la substancia pensante, o alma, sería la inmutabilidad, la eternidad y se reduce a leyes lógicas. La sustancia material sería corruptible, mutable y finita. Toda sustancia tiene una fuerza, una especie de voluntad, y es característica de que somos nosotros.
Pues bien, el concebirse como alma traduce de la siguiente manera lo otro. El mundo no soy yo, por lo tanto se convierte en objeto y tiene por característica ser una substancia extensa. Dios nace a partir de la conciencia volitiva negada. Si yo soy alma, y mi voluntad como alma es una voluntad cognitiva, entonces aquello que se me niega a mis conocimientos viene de Dios. El ejemplo de este dios es el Dios de los filósofos. El Dios de los filósofos es racional, esta idea se da a partir de que uno se da cuenta que los conocimientos que tenemos no pueden saber todo, entontes esta voluntad de conocer se niega, viene la nadas, y se concibe a Dios. Si yo me concibo como un ser racional solamente entonces todos mis semejantes también serán seres racionales; a partir de eso, como la sustancia alma es igual, ya que no tiene extensión para diferenciarla, entonces todos los hombres son iguales, pues todos tienen alma al menos en potencia. La sexualidad es un producto de la materia, solo se habla de sexos en los cuerpos, ¿pero en las almas? No, de ahí que las mujeres también sean iguales a los hombres. Entonces mi forma de vida estará guiada por la razón, porque nuestra alma es racional y mi política, como todos somos iguales, entonces será democrática. ¿Cómo se manifiesta este hombre que se concibe como una sustancia racional? Se manifestará con un lenguaje racional, es decir, lógico. La ciencia contemporánea sería el ejemplo de cómo el hombre se podría comunicar y relatar su vida. Ejemplo de esto, toda la filosofía moderna, la globalización. La pregunta sería, estuvieron bien estos hombres al concebirse como seres racionales, el dolor mismo dirá.
Concebirme como cuerpo supone pertenecer al mundo natural. El mundo sería mi casa. No habría Dios, porque Dios se da mínimo en imágenes, ya que un ser que se concibe como cuerpo solamente se expresa con sensaciones, es un animal, y Dios no se da en sensaciones, no veo a Dios. No hay pruebas de que el animal tenga dioses, será porque la naturaleza misma soy yo y no percibo negación porque yo que soy hombre corporal soy todo con la naturaleza, ¿entonces, quién me niega? De ahí que no haya dios. La ley de la vida sería la lucha, el mejor sobrevive. Hay jerarquización, pues la materia hace desiguales a los seres. Como ya se dijo, mi forma de expresarme sería sensitiva. Ejemplo de esto ha querido ser, pero por la misma experiencia se ve que es imposible, el tal Diógenes el Cínico, tal vez Nietzsche, el hombre natural según Hobbes. Esta forma de concebirme no concuerda con el verdadero ser del hombre.
Concebirme como cuerpo y alma, no es otra cosa más que concebirme como ser racional. El Y de la conjunción cuerpo y alma es una composición simple, es una mezcla, no se fundan estas dos substancias. Esta es la concepción cristiana y tal vez aristotélica. Se acepta a regañadientes que tenemos cuerpo, pero no lo concebimos como parte de nosotros, seguimos considerándonos alma, y nuestro fin sería el vivir según las leyes del alma. El logos encarnado de los primeros filósofos cristianos es un problema, es el intento de hacer que el cuerpo sea eterno, para decir por fin que somos racionales. Esto no se pudo hacer, la carne siempre estaba ahí molestando a nuestra esencia. Es lo demoníaco, lo que debería ser destruido (Orígenes y su castración). Pascal lo tomaría este concebirse como cuerpo y alma como un impulso para que el hombre si quiere pueda ser como alma pura, porque si no quedaría atrapado en la cárcel del cuerpo. De esto tiene la culpa Aristóteles. Aristóteles, como todo griego, no niega el cuerpo ni lo menosprecia, pero su idea de que la esencia del hombre es racional y su fin contemplativo, dio impulsos para que los siguientes aristotélicos y renacentistas consideren el alma como la esencia del hombre. Esta forma de concebirse, por lo tanto, es una duda de si aceptar o no al cuerpo como esencia. Se terminará adoptando por lo segundo.
Concebirse como una combinación de cuerpo y alma es no aceptar que somos pura alma ni puro cuerpo, ni tampoco una mezcla que nunca llega a fusionarse, sino como una combinación, hablando en términos químicos. Si yo soy algo que no es ni pura alma ni puro cuerpo entonces el mundo sería a la vez objeto y a la vez sujeto. Sería nuestra casa y la casa del otro. Dios no sería una sustancia racional, sino una sustancia parecida a nosotros, una sustancia compuesta. El dios de este hombre sería los llamados ídolos por los cristianos, los dioses naturales, los dioses de los aztecas, de los incas, de los griegos antiguos. El hombre concibe a dios como igual a él, pero más poderoso. Es la idea de Jenófanes cuando dice que si los caballos tuvieran dioses, estos serían como los caballos. Hemos dicho que lo divino nace a partir de la negación de la voluntad, en este aspecto, lo que se niega es la existencia de la sustancia, el hecho de no poder comer, el hecho de ser alertados por un rayo, el hecho de temer al mar supone un negativa por parte del mundo a la voluntad. Todo lo que niega la existencia se convierte en Dios. Yo quiero, luego viene la negación, me concibo como impotente, y aparece Dios. No solo Dios es por el hecho cognoscitivo, sino por el total de nuestra esencia, por la vitalidad. A partir de esto, los seres humanos serían diferentes porque la materia, que es parte de nuestra esencia, jerarquiza a los seres por la competencia. El ideal de vida consistiría ya no solo vivir según la razón, sino también el cuidado del cuerpo, el ser fuertes y bellos. El fin sería un fin político, el hombre que aparece en cuerpo y alma ante los demás, no el pensador que se concibe alma que no aparece en cuerpo ante los demás. La política se traduce como el campo de acción de los hombres, y los hombres, como son cuerpo y alma, entrarían en competencia. El ideal de hombre sería como El Inca o como rey Azteca, tal es así que Moctezuma para ser rey de los aztecas tuvo que reunir los requisitos de ser excelente en la guerra y excelente con la palabra. He aquí el hombre superior. Entonces si yo soy esa combinación, ¿cuál sería mi lenguaje propio como hombre? Nada más ni nada menos que las imágenes. La imagen se encuentra entre el entendimiento y la sensación, es ahí donde mi lenguaje representa lo que soy. Tanto los incas como los aztecas se expresaron en imágenes. Pero ¿cómo se presenta la imagen? La imagen se presenta en los mitos, en la poesía, en los sueños. De acá resolvemos la pregunta de si por qué no hubo filosofía en América, simplemente porque la filosofía es producto del hombre que se concibe erróneamente como alma, donde pone todos sus impulsos en desarrollar esa capacidad. En un ambiente en que el hombre es carne y pensamiento, el máximo desarrollo no sería el filosofar, pues para filosofar hay que odiar los placeres del cuerpo, algo que un azteca no lo haría, sería más bien el ser guerrero (virtud corporal) y el ser imaginativo o retórico (virtud del alma), el término medio: sofistas. Siendo esta la concepción del hombre, ¿acaso no necesitamos una crítica de la razón imaginativa? ¿No hace falta saber para comunicarnos mejor cuáles son las leyes de este lenguaje imaginativo? ¿Cuál es la lógica de los sueños? ¿Cuál es la lógica de un poema? Pues estas manifestaciones tienen sentido.
Para terminar hace falta llegar a entender si es posible, qué cosa es esa esencia combinada de cuerpo y alma, yo me apresuro en decir algo, ¿no es acaso el instinto freudiano aquello que está entre lo psíquico y lo biológico, entre lo corporal y lo racional?
2 comentarios:
En primer lugar enhorabuena por este blog! Llegué aquí de pura casualidad, google...
En segundo, en esa búsqueda o planteamiento de cómo me concibo yo como ser humano decir que es la batalla más difícil de librar. Hay quienes pasan toda la vida evadiendo hacerse esa pregunta y menos aún plantear respuestas. Porque lo que desconocemos nos asusta e inventamos realidades soporte que nos mantienen "a flote". No añadiré más porque no estoy a altura de las circunstancias pero es un alivio para la mente y el pensamiento que estas preguntas aún sean tratadas por alguien...
pinche vato fracasado we
dejate de pendejadas pinche
mandilon soba huebos
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