A vosotros no les aconsejo el trabajo sino la lucha.
A vosotros no les aconsejo la paz, sino la victoria. ¡Vuestro trabajo debe ser
lucha y vuestra paz, victoria! Solamente armado con arco y flecha es como puede
callar y estar quieto; de lo contrario se parlotea y se protesta. ¡Vuestra paz
debe ser victoria! ¿Qué la buena causa santifica hasta la guerra? Yo les digo
que la guerra santifica todas las causas. La guerra y la valentía han hecho
cosas más grandes que el amor al prójimo. No vuestra compasión, sino vuestra
valentía han salvado ahora hasta ahora los accidentados. Preguntáis “¿Qué es
bueno?”. Ser valientes es ser buenos. Dejad que las niñas digan: “Es bueno lo
que es bonito y enternece”. (NIETZSCHE)

martes, 11 de diciembre de 2007

Psicoanálisis y Filosofía (ensayo)


La historia del conocimiento humano nos ha podido evidenciar que el descubrimiento de la verdad es un proceso evolutivo y no algo determinado. La Verdad ha sido siempre un ideal de todos los seres humano que se nos presenta siempre como inconquistable, habiendo pasado millones de años desde que los primeros organismos sintieron el calor hasta la observación de otros sistemas planetarios, pues aún no estamos satisfechos.
El pensamiento se ha valido de diversos métodos como la magia, el mito, la filosofía, la ciencia para poder satisfacer la necesidad de sabiduría que nos permite vivir bien, y por supuesto se han dado mucho errores como también grandes aciertos.

En nuestra época el conocimiento que se ha colocado como el más apto para representar la realidad ha sido el científico. Pero este saber científico en tanto riguroso se fue convirtiendo en estos últimos años en algo radical tanto que menosprecia otras posibilidades de conocimiento. Así se fueron extinguiendo poco a poco religiones, filosofías, mitos que tenían un sustento idealista, y como el poder racional del idealista-metafísico-platónico se había desarrollado tan rápidamente, pues la verdad se nos presentaba del mismo modo en que lo pensábamos, pero eso sí, muchas veces falseada. Por eso las personas embutidas de ciencia prefirieron un andar lento pero seguro, antes que de prisa y errónea. De ese modo muchos cayeron en el error (parte de la moda de inicios del siglo veinte en que el platonismo cayó en ridículo, pues era e creador de la metafísica) al exagerar su rechazo a todo aquello que no sea ciencia, como podemos darnos cuenta ante el apogeo del positivismo y de la desenfrenada conquista tecnológica.
En esa época apareció el psicoanálisis con fuerza, dada la presentación de la monumental obra de Freud La interpretación de los sueños (1900). Se diría que fue una revolución del pensamiento humano ya que con este sistema se nos abrió un nuevo camino en pos de la sabiduría: el conocimiento de la mente. Hasta ese momento nadie se imaginaba de la existencia de impulsos inconscientes, del deseo como fuerza vital, ni de todo aquello que provenía de nosotros mismos, al menos no sabíamos explicárnoslos. Freud adjudicó su descubrimiento gracias al empleo de un “método científico”. Además de las divergencias que sufrió después por parte de los miembros de la sociedad psicoanalítica, de las críticas de otros pensadores encerrados todavía en el siglo pasado (sobre todo por sus postulados sobre la sexualidad que fueron llamados inmorales), se unieron las refutaciones de los epistemólogos que categorizaron su método como pseudociencia, situación que condenó al psicoanálisis a una simple ideología despectivamente llamada magia, nada más que eso.

Debemos creer que tal aversión contra el psicoanálisis se debe en parte al mismo desconocimiento de las personas que guiados por lo que dicen los demás se negaron por completo a verificar por ellos mismos si tal teoría era en verdad desatinada como dicen, en parte también por la moda que mencionamos anteriormente en que no se quiso saber nada de todo aquello que tenga rasgos platónicos como volitivos y antiempíricos. Pues el psicoanálisis había sido denominado por el filósofo Karl Popper como metafísica[1], de allí su relación tal vez con la filosofía como tal y su posterior desprestigio. O tal vez hubo una confusión entre la metafísica como búsqueda de lo absoluto y metafísica positivista como una herramienta más de conocimiento. Pero tanto Mario Bunge en su Investigación Científica como Popper lo que quisieron hacer es una demarcación entre lo que es ciencia y no ciencia, y no precisamente criticar a la teoría psicoanalítica. El criterio que dio Popper fue el de la falsabilidad, es decir que toda teoría científica debe ser refutable[2] , y simplemente encontró que el psicoanálisis era irrefutable, ya que para todos tenía explicación, al igual que la teoría marxista.

Nosotros no aceptamos el rango de pseudociencia que le ha sido designado al psicoanálisis, pues se diría que es una falsa ciencia. Primero empecemos preguntándonos cuál es su objeto de estudio, para verificar si acaso no pertenece a otra ciencia o si es verdaderamente autónoma. Como Sanz nos describe, el psicoanálisis “postula que la subconciencia conserva impulsos reprimidos por la conciencia y que pueden ser la causa de desordenes emocionales, en cuyo tratamiento se trata de reconstruir el pasado del paciente, sobre todo sobre sus experiencias infantiles y sueños[3]”, lo que no hace más que describir la conducta humana cuyo campo es el de la psicología. Sabemos que la psicología si toma en cuenta al psicoanálisis, aunque sólo toma algunos postulados como por ejemplo su explicación del desarrollo humano, pero otras no por falta de comprobación o de sentido, o por ser simple especulación. ¿Qué le queda al psicoanálisis en nuestra época? Preguntémonos si la psicología nos dice qué es el complejo, los deseos, los instintos, el objeto sexual, la libido, el superyó entre otras entidades mentales que son los fundamentos más cercanos a la explicación de manifestaciones aún ignoradas por la mayoría como el proceso de sueño, la conducta psíquica del amor, del odio, de las fobias, de nuestras actitudes más íntimas en sí. La ciencia psicológica es muy superficial, pues por eso el rechazo de muchos a una terapia como tal que no hace más que decirnos cómo se es y no por qué. Es cierto que los nuevos descubrimientos psicológicos-biológicos están acercándose cada vez más a un conocimiento mejor de la mente y el cerebro, en tanto pasan los años y los hombres siguen en la incertidumbre de no saber por qué se sufre o se ríe, o por qué de esta actitud ignorada o de mis depravaciones, como también del deseo de inmortalidad que luego se pasará a describir, sin saber que hace un siglo una mente genial como la de Freud se esforzaba por dar las respuestas, eso sí, con la ayuda de los descubrimientos hasta ese momento de la ciencia, y teniendo una especulación propia de un filósofo. Si queremos dar una denominación objetiva a tal teoría diremos pues que es una presciencia o ciencia en formación o al fin y al cabo filosofía, o si no queremos arriesgarnos, sencillamente ser sensatos y decir que “atendiéndonos a otras posiciones y a las características institucionales que hacen asemejar la práctica psicoanalítica a la ciencia, estimemos que en este caso lo más prudente es suspender el juicio temporalmente” [4] y no estar denigrando un posible conocimiento de nuestra mente que no es verdadero solo por su aún imposible contrastación, debido a la falta de instrumentos tecnológicos que nos permitan conocer el cerebro y sus complicadas manifestaciones.
No se trata, como creen muchos, de que el psicoanálisis sea pura especulación, o parcialmente tonta como las otras llamadas pseudociencias, el psicoanálisis es metafísica, si tomamos el mismo criterio de Popper, en tanto sea una metafísica ceñida a los descubrimientos últimos de las ciencias sociales o naturales y no puro racionamiento a manera de Descartes, si se trata de buscar la verdad en forma de, primero, anteceder a la ciencia y, segundo, de continuar a la ciencia. No es una metafísica platónica en que todo se hacía por analogías, sino tomando como base la ciencia y adelantársela lo más certeramente posible. Si bien, como dice, Heidegger, el final de la filosofía es el acabamiento de la metafísica, es decir cuando este pensar se convierte en ciencia[5]; cada tiempo tiene su metafísica y acaba con la certeza de la ciencia sobre aquello que se especuló en base científica. Si entendemos esto, comprendemos a Platón, a Aristóteles, a Nietzsche tanto como a Freud.

Esta previa aclaración sobre el psicoanálisis y su importancia lo hacemos debido a que lo expuesto en los siguientes capítulos puede ser fácilmente refutado por cualquier profano sólo por la simple mención de psicoanálisis, dirán pues “psicoanálisis” entonces “pseudociencia”, conclusión: no vale. Situación que debe evitarse no sin antes haberse analizado la teoría de la inmortalidad, que es nuestra reducción de una región de la naturaleza humana. Esperemos entonces que se haya puesto en claro la posición de la teoría de Freud en el contexto del pensamiento, y sigamos en nuestra tarea.
(2004)

[1] Karl Popper, Conieturas y refutaciones. Desarrollo del conocimiento científico. Barcelona. Piados. 1972 p. 513: “Creo, pues, que si una teoría no es científica, si es metafísica (como podríamos afirmar), esto no quiere decir, en modo alguno que carezca de sentido.”
[2] Ibid., pg. 64: “El criterio de refutabilidad es una solución de este problema de la demarcación, pues sostiene que, para ser colocados en el rango científicos, los enunciados o sistemas de enunciados deben ser susceptibles de entrar en conflicto con observaciones posibles o concebibles”.
[3] Julio Sanz Elguera, Introducción a la ciencia, Lima, Amaru Editores, 1987, pg. 46.
[4] Ibid. pg. 47.
[5] Martín Heidegger. El final de la filosofía y la tarea del pensar. En “tiempo y ser”, Tecnos, 1964, pg. 78: “El desarrollo de las ciencias y, al mismo tiempo, su emancipación de la filosofía forman parte del acabamiento de ésta”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

HOLA , BUSQUE ALGO DE UN TEXTO FILOSOFICO Y DI CON TU BLOg ... me parece interesante a ver que aprendere mas de este blog ... interesante lo de psicoanalisis ... quisiera que lo practiquen conmigo , bueno en fin seguire viendo lo que publicas ...

anonimo dijo...

Apenas una apreciación personal:
A mi criterio, el origen del inconciente no corresponde atribuírselo a Freud. Freud logró desarrollarlo y volverlo cognosible y eso es algo fundamental. Pero el filósofo que lo concebió inicialmente y dentro de un pensamiento integrador, ha sido Shopenhauer.

Sólo una pareciación.
Slds.