A vosotros no les aconsejo el trabajo sino la lucha.
A vosotros no les aconsejo la paz, sino la victoria. ¡Vuestro trabajo debe ser
lucha y vuestra paz, victoria! Solamente armado con arco y flecha es como puede
callar y estar quieto; de lo contrario se parlotea y se protesta. ¡Vuestra paz
debe ser victoria! ¿Qué la buena causa santifica hasta la guerra? Yo les digo
que la guerra santifica todas las causas. La guerra y la valentía han hecho
cosas más grandes que el amor al prójimo. No vuestra compasión, sino vuestra
valentía han salvado ahora hasta ahora los accidentados. Preguntáis “¿Qué es
bueno?”. Ser valientes es ser buenos. Dejad que las niñas digan: “Es bueno lo
que es bonito y enternece”. (NIETZSCHE)

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Ahogado por la angustia (cuento)









Con la camisa roja desabrochada, sus pechos chupados, y muy sofocado dentro del cuarto pequeño; pantalones abajo, junto con los calzoncillos. Hallábase ahí simulando estar en tinieblas, con la luz apagada y cerrando los ojos, era Jonathan.
Sonaba con gran retumbar las melodías románticas de música moderna en la radio. Se sentía solo, eso era lo que deseaba, estar solo con sus pensamientos, exiliar su mente de todo lo palpable y someterse al dictamen de la verdad.
Las once y veinticinco señalaba el reloj; Jonathan endureciendo el estómago y gesticulando en su rostro muecas de dolor; aquel dolor que tenía dos afluentes: la del corazón y de las tripas.
Lloraba en su interior oyendo la música, necesitaba algo para sentirse bien, aquella música llenaba sus recuerdos el cual era la causa que ponía en función todo ese acto a oscuras. Recordó toparse hoy en la esquina en donde los malditos acostumbraban pasar el tiempo. Eran sus patas: Chino, Falter, el maldito de Roco, Charli. Todos ellos sus camaradas de aquella caterva muy reconocida en la zona. En esa esquina se encontró cara a cara con Laura, ambos voltearon al mismo tiempo la curvatura de la esquina. Él la miró, y ella se puso nerviosa. Él supuso que es muy seguro que ella quiera con él, bueno, pero todavía no lograba acercársela. Prendió la luz, tomó el papel higiénico, se limpió con mucha lentitud; luego se subió los pantalones. Otra vez apagó la luz, se sentó en un ángulo del baño y se puso a llorar.
En pleno silencio el adolescente se espantó con el toque de la puerta, era el abuelo Teodoro.
-¡Jonathan! ¡Caga rápido que ya me orino en mi pantalón! -gritó el viejo decrépito y enclenque, con los pantalones flojos con remiendos muy notorios sujetados por unos tirantes descoloridos. Fue a sentarse a su mueble empulgado, polvoriento e incómodo en donde descansaban tranquilamente dos perros muy flacos; se fue renegando entre dientes. "Fuera viejo de mierda", se dijo el muchacho.
"No valgo nada, esa chibola cojuda cómo me puede chotear, recién ha salido de primaria y po'que le ha crecido un ¡culazo! viene a hacerse la difícil. Eso me pasa por idiota, cómo se me ocurre mandarme a la primera vez. No... está bien... para qué perder el tiempo con una niña, bueno, no sé... me dice que no pero yo quedo en palta ante los demás. ¡Ya se judió el imbécil de Dester!, ese won viene a burlarse de mí, ese won cuando yo estaba con la Yessenia se convertía en mi sirviente sólo pa'labarme, pero ahora el pendejo que ya tiene su chebola viene a cojudearme. Se creía la gran cagada cuando se enteró de que la chebola Sofía me choteó, si no se hubiera metido Roco le hubiera sacado la cunche su mare. Se rió frente de las hembras, ya se jodió. La puta de Sofía también ya se jodió, no pensé que fuera tan putaza a la edad que tiene." Enfurecido y dolido mascullaba y pensaba Jonathan.
"Laura, tú eres la única que me quiere, ¿por qué no puedo acercarme a ti y decirte también que yo te quiero?, ¿por qué estoy sufriendo tanto teniendo a cuántas chicas que se mueren por ser mis jermas? Laura me para mirando cada rato. Aquella vez que pasé por su casa me dijo papacito, pero después se mató de risa con sus amigas, seguro que son inocentes, tal vez por eso se avergonzaron. Laura sí no es puta, no la he visto con ningún pata, espero que no me defraude. ¿Por qué no voy ahorita mismo a su jato, le digo que la amo y ya? Buena idea."
Jony decidido prendió la luz. Se sacudió las zapatillas en el piso de arena endurecido por las pisadas. De un tanque de metal sacó agua con un balde y lo echó al excusado, muy sórdido; era de cemento áspero y expelía un olor nauseabundo.
Salió, se abrochó la camisa y cerró la puerta. Caminó un corto trecho de arenal, era Los Jardines, el lugar donde vivía, pueblo joven. La mayoría de casas son de adobe y esteras. Su andar recio contrastaba con su cuerpo encogido y delgado. Se limpió con los dedos las lágrimas de su cara, aunque no se había lavado las manos después de defecar. Pero el hombre parecía que estaba ok con toda esa mugre que se traía. Movía a manadas sus cabellos grandes y polvorientos; agrandaban el diametro de su cabeza, era un árbol; pero él muy vanidosamente acicalaba sus melenas. "¡Topo!", le llamaban, y él sólo movía la cabeza en son de saludo.
Cruzó una acequia que era la línea limítrofe entre Los Jardines y la urbanización San Gerónimo.
"Laura, en el momento que me vea, se echará en mis brazos, ella sí sabe lo que es bueno." Llegó a una casa de dos planas, de fachada en descuido, y la entrada estaba infestada de mala yerba; era la casa de Laura. Ahí residían ella, su mamá y sus hermanas que estaban hechas unas mamacitas. Jonathan en el umbral, frente a la puerta, diose una pasada de mano por su cabello e hizo sonar muy elegantemente tres veces la aldaba. Al momento se abrió y gracias al Eterno que era la mismísima Laura; ella se sacudió los cabellos coquetamente, y en ese instante se le bajaron los ánimos a Jonathan; esa altivez que tenía de hombre guapo también se le vieron por los suelos. Vio a Laura y se preguntó: "¿Qué hago acá?" Todo lo que estaba haciendo hasta ese momento eran como pasajes de su imaginación que le invitaban a explayarse en sus deseos, sin darse por convencido de que todo era veridicamente real. En el momento que miró a su bella amada fue cuando se dio cuenta de lo tan lejos que había llegado, se sintió sin piso. Laura lo miró extrañada, como despreciando; hacía un tic con su cabeza hacia atrás mirando fijamente.
-¿Sí? ¿A quién buscas? -preguntó muy ostentosamente Laura. Mientras que dentro de su casa preguntaban quién era. Topo la vio lindísima, blanca, sus ojos amedrentados; llevaba un vestido corto floreado que hacía más fácil la contemplación de sus pálidas y hermosas piernas.
-Hola Laura -dijo muy avezado.
-¿Me conoces? -replicó ella.
Topo quedó sorprendido con esa respuesta. Vio que estaba siendo fría, bastante desinteresada. Exhortaba invisiblemente -es decir, ansiaba- a que Laura le diera un pase libre a su corazón. Luego se puso realista, una vez más la inspeccionó de pies a cabeza y luego él mismo, pensó: "¿De dónde saqué yo que ella quería conmigo?, ahora ya me cagué, ¿qué digo?"
-No tengo tiempo -repuso Laura muy esquiva y cerró la puerta cuando Jonathan pronunciaba su nombre a medias.
"...perra de mierda, eres una puta, putaza, que te cache el demonio, ¿por qué...?", refunfuñaba en su interior.
En tanto en la casa, dentro, la hermana Janet preguntó a Laura:
-¿Quién era?
Laura llevó de la mano a su hermana hacia la cocina:
-¿Te acuerdas de ese chico chato que caminaba como creído? Ese pandillero que molestamos el otro día -le dijo. Janet levantando un dedo queriendo acordarse replicó:
-Ah... ¿Ese chico feo? ¿Qué quería? -Laura moviendo los hombros hacia arriba como no sabiendo:
-Me dio miedo y cerré la puerta.
Se quedaron riendo las hermanas.
Infausto Jonathan, el muchacho creyóse guapo, tal vez su problema fue que miraba muy alto. Claro, eso no sería problema si pondría todo de su parte, pero cómo. Se fue arrastrando los pantalones jeans que eran muy grandes y haciendo sonar sus zapatillas FILA recién salidas de otros pies. Se dirigió hacia un parque abandonado por las personas y en sombras; se sentó meditabundo en una banca estrafalariamente pintada de disparates. Estuvo en silencio un momento, ya por arte de magia no pensaba en nada. Qué grato era eso, si sus recuerdos lo asediaban con candela viva. Muy en el fondo se sentía calmado, estaba en el desierto y el oasis ya se veía; esperaba, tan sólo esperaba... Estuvo en silencio un momento más, luego introdujo sus manos al bolsillo, y sacó un envoltorio. Era un cigarro rústicamente armado. Lo prendió.
Topo enrrollado en el gras, hablando solo; pasado los ratos, insultando.
Ya eran las nueve de la noche siguiente y el viejo Teodoro renegaba al ver que su nieto no regresaba.
-¡Éste carajo tiene una vida de perro! ¡Cualquier día lo boto! ¡Cuncha tu madre!, ya viene su vieja y él no aparece de la puta calle, ¡que se vaya a la putamadre1 -todo el rato anduvo así el viejo prosaico.
De pronto se escucharon unos gritos desesperantes, y la puerta de fierro oxidado no dejaba de ser golpeada.
-¡Teodoro! ¡Don Teodoro! -llamaba la vecina del costado que se sabía la vida de todo el mundo- ¡Teodoro! -seguía chillando mientras el viejo venía pacienzudamente.
-Ya, ya voy caray -decía desesperado por los toques.
-So nieto está muerto, so nieto Yúnatan; lu incuntraron en la chacra jonto al río -dijo la vecina con los ojos salidos. El pobre viejo con voz garrasposa, no sabría si por no quedar mal o si porque realmente lo sentía, cayó recostado en la puerta, tocándose el pecho sin hablar.
Lo que sucedió fue que Topo -Jonathan Stalin Huaraca Torpoco- llevado por algún insumo tóxico se tiró a la acequia, quién sabe qué habrá querido parecer, lo cierto es que no pudo salir. Su esperpento cuerpo fue encontrado en las afueras del casco urbano, en un campo de alfalfa en donde esta acequia vertía sus aguas.
Cuando me enteré de esta historia sólo me dije que en la adolescencia, la realidad es un juego que en realidad eso es la realidad. Los diarios dicen que por las drogas murió, sin embargo existen voces que argumentan que aunque hubiese estado normal, él, de una u otra forma, ya no existiría. La belleza es un azote para muchos seres, convirtiéndose este criterio no solo en un uso diferencial entre sustantivos, sino que ha llegado a apoderarse de la juzgación que se le podría dar a la grandeza, a lo mejor, a lo elegante. ¿Y el alma del que tanto se habla, en dónde aparece? Hablar de belleza es sólo en las cosas, en las ideas, trasladarlo a los hombres, y hasta creo en los animales irracionales, puede que sea fatal.

(1999)

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