A vosotros no les aconsejo el trabajo sino la lucha.
A vosotros no les aconsejo la paz, sino la victoria. ¡Vuestro trabajo debe ser
lucha y vuestra paz, victoria! Solamente armado con arco y flecha es como puede
callar y estar quieto; de lo contrario se parlotea y se protesta. ¡Vuestra paz
debe ser victoria! ¿Qué la buena causa santifica hasta la guerra? Yo les digo
que la guerra santifica todas las causas. La guerra y la valentía han hecho
cosas más grandes que el amor al prójimo. No vuestra compasión, sino vuestra
valentía han salvado ahora hasta ahora los accidentados. Preguntáis “¿Qué es
bueno?”. Ser valientes es ser buenos. Dejad que las niñas digan: “Es bueno lo
que es bonito y enternece”. (NIETZSCHE)

sábado, 17 de octubre de 2009

LA CONCEPCIÓN DE LA ESENCIA DE DIOS A PARTIR DE LA ESENCIA DEL HOMBRE

Jaime Pereyra



Vamos a investigar ahora lo que ha sido Dios para el hombre, no lo que es Dios, sino lo que nosotros hemos creído acerca de la esencia divina. Dios ha tenido en todo los lugares diversas caras y diversas facetas, desde una papa hasta la Idea Pura, pasando por la vaca, el halcón y hasta mixturas demoníacas de animales salvajes. Dios ha podido estar representad por mil facetas, sin embargo, de todo esto podemos inferir dos diferencias esenciales entre los diferentes tipos de Dios concebidos en todo el mundo: el dios natural y el dios ideal. Los dioses naturales tienen figura, una imagen determinada, pueden tener algunos las emociones y pensamientos de los humanos; algunos mueren, otros no. El Dios Ideal no tiene figura, pues su naturaleza no es física, tampoco tiene sentimientos humanos, mas sí es pensamiento puro, y aunque sin ser natural, tiene el poder de manipularla a su antojo. Es infinito, eterno y pensante. En ambos tipos de dioses el hombre ha fundamentado su verdad, su modo de vida, su religión.

Como nos hemos podido dar cuenta, la cultura occidental, desde Jenófanes hacia adelante ha ido formándose una idea de dios muy espiritualista, tal vez con muchas variantes a través del tiempo, pero siempre conservando esa tendencia ideal, pues le pareció execrable siempre la idea constante de un Dios natural que proponían otras culturas.

Para saber por qué se da esta doble presentación de Dios nosotros tenemos un argumento plausible que toma conceptos y estrategias de la metafísica moderna. Sin presumir verdad más allá de una explicación precisa del tema, utilizamos conceptos como esencia, materia, espíritu, idea… que si bien muchos de estos conceptos ya han caído en descrédito para una explicación racional, nosotros pensamos que estos temas solo pueden ser tratados por estos términos, motivo por el cual caeríamos en el error tratando de cuantificar este estudio.

Cuando Platón[1] se preocupaba por averiguar quién podría ser el hombre que gobierne el mejor Estado nació con él también la idea de que el más sabio, el filósofo, debería gobernar. El hombre que cultive del modo más excelso aquello que se llamó razón o intelecto. El estudio más alto a que se podría llegar era aquél que jugaba con los conceptos divinos y fundamentales. La ciencia, entendida según la modernidad, no era el estudio más alto a que se pueda llegar. Esto suponía que el mejor hombre sea el que manda. La estrategia era la siguiente, el hombre es perfecto y, por ende, mejor, si es que cumplía o ejecutaba lo propio de su ser, lo que más le corresponde. Así, si actuaba como cargador, éste no podría ser un hombre perfecto pues ejecutaba la función del buey. La función, la ejecución o la actualización de la esencia, se entendía como algo que no tenía ninguna otra especie, algo que, por ejemplo, solo el hombre poseía. Y realizando un análisis concienzudo, los filósofos griegos llegaron a la conclusión que el alma racional, en términos generales, la inteligencia, era lo propio del hombre, inteligencia desarrollada a partir del lenguaje. Así como el médico cura a los enfermos y el carpintero hace muebles, así también el caballo sería para esto y el perro para lo otro y el hombre para esto otro, es decir, el pensar. La esencia del hombre era el pensamiento. Pero el mejor, el que debe mandar, y, repetimos, manda siempre el mejor, debe ser para los griegos y en adelante para todo el intelectualismo, el más inteligente. El que llega más alto con su inteligencia, tan alto como para hablar solo con los dioses. Es decir, en el plano del Ser y no del ente. Pero esto no quería decir que el hombre era puro pensamiento, sino que lo propio de él era eso, sin quitar todas las demás facultades que comparte con lo animales. Por muchos años se entendió mal esto, y por ello, el ser humano se olvidó de sus otras partes, cultivándose así la vida moderna en base al olvido del cuerpo, olvido del cuerpo productor de la tecnología, la ciencia y la religión intelectual.

Por otro lado, cuando los aztecas escogían a su rey este debería ser el mejor en la guerra y en la palabra, ¿y por qué no pensaban como Platón que debería ser el más inteligente? Incluso culturas más lejanas de nosotros imponían a su rey a través de una lucha a muerte, aquí el más fuerte era el mejor. En la cultura andina, unos nacían para ser nobles y otros para ser gente común. Había una educación diferenciada. Unos se educan para gobernar, otros para obedecer. En otros pueblos la educación te preparaba para la competencia para llegar al gobierno. El modelo de vida era el que te preparaba para la constitución del hombre perfecto. En los aztecas la perfección consistía en ser fuertes y técnicos para la guerra y oradores para convencer al pueblo.

Jenófanes tenía razón, si los caballos tuviesen dioses, estos también serían caballos. El Dios de uno debe ser de nuestra misma esencia pero con una perfección absoluta. En este aspecto los occidentales se equivocaron al comprender la esencia como la función propia y no como lo que yo era. La primera hizo que el hombre se concibiera como intelecto, la segunda como intelecto y cuerpo. Fue así que el mejor debería desarrollar no solo el pensamiento para ser el mejor, sino también el cuerpo u tras facultades más.

Así también, si yo me concebía como pensamiento puro, entonces Dios debería de ser del mismo tipo esencial, también pensamiento, pero llevándolo a la excelencia infinita, pensamiento o Espíritu Absoluto. Si yo concibo a mi cuerpo y a mi imaginación (notase que no decimos intelecto) entonces mi Dios debiese ser de esa misma esencia, pero en términos absolutos inalcanzables para el hombre, siendo solo los hombres que llegan casi tan alto como para acercarse a los dioses, los famosos semidioses. Por eso los dioses aztecas y andinos tienen imagen y son de materia, pero de una materia perfectísima, es decir, de materia inmortal. Tenía razón Marx cuando decía que el hombre proyectaba sus deseos en Dios, y tiene razón, porque hay una proyección de mi esencia en lo divino. Palabras como la cristiana que dice “Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza” son muy ciertas, y más ciertas aún si invertimos esta frase así “el hombre figura a Dios a su imagen y semejanza”. Lo que ocasionó el pensamiento de Marx sobre la religión fue que todos pensaran que el hombre crea a Dios, que es un simple fantasma creado por el hombre para justificarse de sus debilidades. Interpretación errónea, porque lo que hace el hombre es figurar a su imagen y semejanza a Dios, mas no lo crea; la captación divina, la experiencia religiosa es un hecho, es un hecho que somos finitos y que a partir de ello concebimos la infinitud, a la que llamamos Dios. Es decir somos dependientes de algo más amplio y poderoso que nosotros, pero que en diversas culturas se lo ha imaginad de diversas formas. Lo dicho por Marx vale para la interpretación de Jenófanes acerca de la forma y figura de Dios que concibe el hombre, pero no para desacreditar su presencia, o como lo han llamado, su existencia.

[1] La República, Libro VII.

1 comentario:

ernesto dijo...

SALUDOS CORDIALES

soyun filosofo autodidacta, pero deseo estudiar en la universidad. tengo un profundo interes por la filosofia de la religion. quiisera saber donde puedo desarrollar mejor mi pensamiento, si en la universidad san marcos o villareal, cual de las dos es mejor en filosofia?