A vosotros no les aconsejo el trabajo sino la lucha.
A vosotros no les aconsejo la paz, sino la victoria. ¡Vuestro trabajo debe ser
lucha y vuestra paz, victoria! Solamente armado con arco y flecha es como puede
callar y estar quieto; de lo contrario se parlotea y se protesta. ¡Vuestra paz
debe ser victoria! ¿Qué la buena causa santifica hasta la guerra? Yo les digo
que la guerra santifica todas las causas. La guerra y la valentía han hecho
cosas más grandes que el amor al prójimo. No vuestra compasión, sino vuestra
valentía han salvado ahora hasta ahora los accidentados. Preguntáis “¿Qué es
bueno?”. Ser valientes es ser buenos. Dejad que las niñas digan: “Es bueno lo
que es bonito y enternece”. (NIETZSCHE)

sábado, 24 de marzo de 2012

PERI THEÓN

PERI THEÓN
(SOBRE LOS DIOSES)


Lo infinito
Ἀναξίμανδρος μἐν Πραξιάδου Μιλήσιος Θαλοῦ γενόμενος διάδοχος καὶ μαθητὴς ἀρχήν τε καὶ στοιχεῖον εἴρηκε τῶν ὄντων τὸ ἄπειρον, πρῶτος τοῦτο τοὔνομα κομίσας τῆς ἀρχῆς
 (DK 12 A 9, B 1)[1]

Ápeiron es la única cualidad que se le da a lo que los griegos llamaban “el principio” (arjé), el origen de todo, el fundamento absoluto. Significa lo que no tiene límite, lo i-limitado. Pero los límites son los fines, las orillas, los términos de una cosa. Así que ápeiron es sinónimo también de lo no-limitado, de lo in-determinado, de lo in-finito. El lenguaje humano hace imposible expresar algo sobre aquello que no es limitado, ya lo han intentado muchísimos personajes a lo largo de toda la historia humana. Pues la esencia misma del lenguaje es precisamente limitar. Es una facultad humana que nos sirve para circunscribir el mundo a nuestros límites. Es lo que decía de manera muy cierta Wittgenstein:

Die Grenzen meiner Sprache bedeuten die Grenzen meiner Welt[2].
 Tractatus lógico-philosophicus, 5.6.
Cualquier nombre que intentemos dar al principio absoluto, al arjé, a aquello que los pensadores cristianos llamaban Dios y Martin Heidegger llamaba “Sein” va a ser vano intento por delimitar aquello que no puede ser limitado. Sin embargo el hombre no puede evitar  hablar de ello, sobre el principio, sobre los dioses; tanto tirios y troyanos han querido saber sobre toda historia que hable sobre los orígenes, sobre lo primero. Responder al problema del porqué el ser humano tanto quiere hablar de lo que no se puede hablar puede ser muy interesante responder, pero de ello no nos ocuparemos en este ensayo.
Incluyámonos en este grupo con este ensayo (en realidad es el grupo de todos los filósofos y todos los contadores de mitos), pues nosotros también queremos hablar de Dios pero de manera rigurosa, de la mejor manera en que el hombre puede hablar de lo divino (o de lo infinito). Es un esfuerzo que no ha logrado nada respecto a su objetivo primordial que era el decir algo de Dios, pero sí ha logrado mucho respecto a su objetivo secundario; mejor dicho, yendo en busca de Dios hemos encontrado al hombre. Este estudio que parte con el antifaz de teología termina siendo al fin y al cabo un estudio antropológico.
Para realizar este estudio se han utilizado estrategias, se han inventado conceptos, muchos de ellos utilizando metáforas (es la manera más apropiada para hablar de lo indeterminado). A este “Principio” se le ha dado innumerables nombres, siendo inclusive este problema, sobre los nombres de lo indeterminado, convertido en un ensayo muy importante en la historia de la filosofía como es el de Dionisos Areopagita o Pseudo Dionisio intitulado Περὶ θείων ὀνόματων o “Sobre los nombres de Dios”. La conclusión es la misma, que no podemos decir nada sobre lo que es Dios, si más bien sobre lo que no es.
Para ir sistematizando el estudio tenemos que decir que no solo los occidentales con su origen griego han hablado de ello, también en cada cultura ha habido un logos sobre Dios o los dioses[3], que en última instancia lo podemos llamar “infinito”. También Aristóteles vislumbró algo de esto  cuando dijo:
Aristotle, Metaphysics, I, 982b
Que el amante de los mitos y el amante de la sabiduría (el filósofo) sean semejantes es cierto y lo son porque ambos tienen como objeto a lo divino. Los mitos hablan del primer principio, dicen verdad y siempre se reducen a mitos cosmológicos[5], hablan de lo infinito como totalidad. Lo que diferencia al mito de la filosofía  es que el primero utiliza imágenes en su discurso sobre lo divino y el segundo conceptos. Cuando se le dice a una persona que piense en un árbol, esta lleva en su mente la imagen o la figura (el fantasma) de un árbol, algo que tiene espacialidad. Pero si le dicen que piense en “esencia” ¿acaso tiene una imagen, algo espacializado en su mente? Por ello cumple la misma función si a lo indeterminado los aztecas lo hallan llamado Huitzipochtli y que haya sido figurado en una estatua  o si Heidegger llama a lo indeterminado Sein  o si Anaximandro lo llama simplemente ápeiron. No son más que recursos explicativos para hablar sobre lo absoluto. La cuestión de si por qué unos hablaban en imágenes sobre lo absoluto y otros en conceptos es un tema que será retomado en capítulos posteriores.
La historia de estos estudios que toman para sí el problema del arjé, es decir, todo aquello que es concerniente al origen está íntimamente relacionado con la disciplina metafísica. La metafísica trata primordialmente del problema del fundamento. El fundamento es la base, aquello donde se posa, la cimiente, de la diversidad de seres. El término puede entenderse  a partir de sus equivalencias prácticas. Empecemos desde lo más simple y cotidiano y veamos qué nos trae a nuestra memoria cuando mencionamos la palabra “fundamentar”, a la vez también pensemos en sus semejanzas con otras palabras, como son las palabras “cimentar” y “servir de base” que están más cercanas a la significación práctica. Pensemos en el cimiento de una casa, en la base del edificio, y encontramos que es una especie de masa informe que sostiene toda la estructura y que más profunda se hace en tanto la estructura sea más compleja y grande. En un edificio, por ejemplo, la base está como si no formara parte del edificio, de algún modo esta base “no es”, pues no aparece; el edificio, sin embargo, “es”, aunque sin la base este edificio no podría sostenerse, no podría ser. Imaginemos un montón de concreto de amplia longitud sin forma determinada sosteniendo a columnas, puertas, seres humanos, muebles, etc., es decir, sosteniendo cosas con cierta forma, con ciertos límites. Un cuadro tiene la forma rectangular, pesa dos kilos, es de madera, etc. A este objeto “que es” porque tiene delimitación, se le han marcado los límites. Del mismo modo una ventana, se dice de ella que es porque está determinada (de-terminar, cercar, conocer sus términos, sus fronteras, sus límites). En ese sentido una cosa no es cuando no es determinada, esto en el plano material, físico. Ahora si esta metáfora la llevamos al plano de la realidad entera en donde encontramos seres de diverso tipo y especie, ahí encontramos animales, plantas, ríos, cerros, casas, vemos que también ellos son seres determinados y que son precisamente porque están sustentados en algo, este sustento, este fundamento, esta idea de tener una base, se la figura como una amplia fuente en donde se posa todo ser. Es como un gran círculo (círculo lo decimos por llamarlo de alguna manera, pues en realidad el fundamento no tiene forma, no se lo puede determinar) en el cual dentro de ella están infinidad de puntos. Los puntos son los seres, toda clase de seres. Hay que notar que decimos “infinidad de puntos” porque si la cantidad de puntos fuera finita entonces el fundamento en donde están posados sería también finito; pero hemos dicho que la base no es determinada, o sea, no tiene términos. Esta metáfora puede ser llevada al campo filosófico y pensar como los primeros filósofos sobre aquello que nos sostiene y nos da tranquilidad. Lo que nos sostiene y nos da seguridad se convierte en lo más importante, lo primordial, porque sin ella no podríamos estar de pie. La palabra arjé suele ser traducida por principio. ἀρχῆ tiene relación con la palabra de uso práctico “arcontes”, es el que manda, el que va adelante, el principal. El fundamento como lo primordial, tal era la idea.
El fundamento es el inicio de todo. Los pueblos americanos narran sus orígenes contanto el nacimiento de un Dios que vino a aparecer al mundo, como Huiracocha en el ande. Incluso los mitos occidentales cuentan sus orígenes hablando de un dios determinado, sea Zeus, Odin, Dios u otro. Esta relación existe en los problemas metafísicos, el fundamento y lo fundamentado, el origen y lo originado a partir de ella, Dios y su Creación.
Lo que distingue a los estudios metafísicos es que siempre tienen, ya como dogma, esa relación de causa y efecto, que no solo incumbe a la cultura occidental. Siempre, en todas las historias trascendentales, los mitos y la metafísica, hay esa idea de la causalidad. Para la explicar la causalidad se ha utilizado términos como creación: Dios (el fundamento) creó a los demás seres (lo fundamentado), emanación: la teoría plotiniana sobre que de lo Uno (el fundamento)  emanan todos los demás seres (lo fundamentado), atracción: el Dios Hunab Ku maya era el que estaba al centro de los demás dioses y a él se le concedía el poder de mover todo lo existente, del mismo modo pensó Aristóteles el motor inmóvil, que mueve sin moverse, por atracción.
Por otro lado, la metafísica no cree que los entes puedan estar así por así en el mundo, deben tener una causa (un arjé). El arjé es o bien para explicar la existencia de algo o bien para explicar la esencia de algo. De Homero a Husserl han creído esto. La metafísica fue dejada de lado a partir de que se creyó que en las configuraciones que hay en el todo no existe esa relación de causalidad, o mejor dicho, de fundamento y fundamentado. Cuando se cree que no hay ya esa relación entre lo que Heidegger llamaba Ser y ente, cuando se elimina todo enlace, el mundo se convierte en un atomismo, átomos, seres, que no están vinculados por algún átomo mayor o más importante, como lo proponía Leibniz con su jerarquía de mónadas.
El mundo moderno lleva esa consigna, de eliminar toda jerarquía, de justificar la idea de que todos los seres son iguales y que no hay un ser más importante que los demás. La configuración metafísica es monárquica, en cuya cúspide se asienta el fundamento absoluto, en tanto que la configuración moderna ha querido siempre ser democrática, igualitaria. La crítica más radical que se le puede dar a la metafísica es increparle que no hay fundamento absoluto, que no hay dioses, que no hay Ser, sino mas bien Nada. Dicha conclusión que empezó desde ya con Nietzsche cuando se dio cuenta a dónde estaba llegando el atomismo y el cientificismo moderno: Gott ist tot[6], dijo y avisó con ello la agonía de la metafísica.  Por esta sentencia se nos explica que no hay nada infinito y que el hombre de ahora con su técnica tiene el poder sobre todo y  que ha llegado el día en que todo lo indeterminado se vuelva determinado.
La importancia de este trabajo radica principalmente en tratar de renovar un tipo de filosofía que ya estaba desapareciendo: la metafísica. Esta disciplina por muchos años fue la tarea filosófica por antonomasia, ya que de ella florecía una ética, una religión, una manera de conocer el mundo, una política… todos estos conforman el marco conceptual con los cuales los hombres de occidente se lanzaron a la acción y que muchas veces por una mala interpretación metafísica se cometieron grandes errores. Con esta estrategia conceptual vamos a poder esclarecer las erróneas explicaciones que se dieron a través de toda la historia filosófica occidental y los sucesos prácticos desastrosos que acarreó. El problema sobre a qué hemos llamado lo absoluto, implica una especie de religión, y esto, como se verá más adelante, parte de la concepción que tenemos sobre nuestra esencia, ¿qué es el hombre?, ¿cuál es su esencia? Esto implica un estudio pormenorizado del hombre (como ser finito) y de lo divino (como ser infinito); de la lucha entre esos dos polos, la necesidad que tiene el hombre por determinar lo indeterminado es una lucha que  en la historia solo lo han llevado a cabo los más grandes y los más valientes, pues es una lucha a muerte con lo desconocido.
¿Qué hay más allá de mi mundo? Para ir más allá se libraron grandes batallas, históricas contiendas con las armas  y con el pensamiento. Tantos hombres han cruzado grandes océanos por ir más allá de sus límites, se han metido en lo más profundo del mundo microscópico, el deseo de ir más allá del espacio conocido son luchas que el hombre ha librado con lo desconocido, así como también los grandes pensadores lo hicieron con sus argumentos.
 ¿Qué es lo que pertenece a lo absoluto y qué es lo que le pertenece al hombre? Del hecho de querer traerse para sí, coger algo que es de Dios, ha implicado que el resultado sea a veces favorable y a veces terrible; del modo como nos situamos en el plano de la totalidad, del tanto respeto que le propinamos a nuestra trascendencia, de la manera cómo nos reconocemos como hombres, cuando somos conscientes de nuestra finitud, del mismo modo recibimos una respuesta de lo externo, que puede aniquilar o florecer nuestra vida.
En la época moderna se ha tratado de ignorar la presencia de lo divino, de lo absoluto y esto obviamente nos ha llevado a consecuencias muy importantes y negativas para los hombres de ahora, es como si lo absoluto se estuviera vengando de la falta de respeto  que se cometió al tratar de ignorarlo. Es por eso muy importante cómo  nos relacionamos con lo absoluto.
Pero ¿qué es lo absoluto?, ¿qué es Dios a fin de cuentas? Anteriormente dijimos que no podemos decir nada de ello, algo más allá de lo que sugiera la palabra ápeiron o lo infinito.  Pero sí podemos  hacer un estudio de cómo los hombres han visto a través de los años y los pueblos a lo divino, ¿qué ha significado para ellos reconocer a lo divino de esta manera o de otra?, ¿qué consecuencias ha tenido reconocerlo de esta manera o también qué consecuencias se ha tenido por negar su presencia?
El reconocimiento, el supuesto conocimiento de Dios, ha implicado un modo de vivir. Un modo de vivir lleva consigo una finalidad o una concepción de  cómo debe vivirse. Marca un deber. Determinar a Dios significa determinar al hombre. A partir de que nos concebimos como algo (a partir de nuestra esencia) podemos ver cómo nos comportamos.
Lo que se hace en filosofía es lo mismo que hacía Sócrates cuando intentaba dar un nuevo enfoque a un tema que se debatía en su época, él criticaba las concepciones de sus interlocutores ascendiendo cada vez un escalón más en la escala de los conceptos. Queremos decir con esto que cuando nuestros antecesores utilizaban ciertas palabras o imágenes para referirse a algo, y si estas conceptualizaciones no cogían todo el tema tanto como que se les escapaba siempre determinar algo, Sócrates generalizaba más e imponía un concepto más amplio que reúna lo que le faltó a la otra conceptualización. En nuestro caso, el objetivo a pensar es un tema que tiene miles de años de ser pensado, y no es poco si decimos que es el tema humano por excelencia y nos ha acompañado desde que somos hombres. Munchos nombres se le han dado, nombres que figuran o nombres conceptualizados, historias mitológicas, tratados teológicos, según la época se ha obviado el tema o se le ha prestado devoción, pero siempre ha estado ahí como una presencia que nunca se hace presente.
Nosotros nos acercamos mucho al trabajo realizado por Martin Heidegger en lo que concierne a su análisis histórico de la metafísica, pues reduce de manera ejemplar casi todos los nombres occidentales que se le dio a nuestro objeto de estudio, a lo que por muchos años se creía el objeto de la filosofía, él habló de “Sein” (Ser) tratando de señalar que ello es lo mismo que decía Platón cuando hablaba de la Idea, la Physis de Aristóteles, el Dios cristiano, La Voluntad de Poder para Nietzsche, la Idea Absoluta de Hegel, el Proceso de Producción en Marx, etc. Son los distintos nombres que se le ha dado al Ser. Es claro que el Ser  es un concepto más que impone Heidegger a nuestro tema, no descubre algo más que los demás conceptos de  los filósofos anteriores, no dice algo más de lo divino, pero sí nos sirve mucho para sistematizar mejor el estudio metafísico.
Somos deudores, así mismo, de la terminología dada por Anaximandro cuando habla de lo ápeiron. No podríamos darle mejor nombre de una vez a nuestro objetivo. El “a” de ápeiron es un prefijo negativo, “peirón” viene de “peros” que significa “límite”, “fin”, “término”, de peros nace la palabra “perímetro”, la medida de los bordes o de sus límites. Ápeiron es lo sin límites. τὸ ἄπειρον y Sein son los mejores nombres que se le puede dar a nuestro objeto de estudio y ambos son conceptos.
Los elementos conceptuales y figurativos que vamos a utilizar a partir de ahora, no intentan ir más allá de los conceptos dados por los grandes filósofos, la terminología que habla sobre lo infinito es muy variada, y ponerle un nombre más no es demasiado metodológico. Trataremos de figurar los conceptos para que se entienda mejor el tema y sus respectivas consecuencias. Por ejemplo, a lo que Heidegger llamaba Sein, Anaximandro ápeiron y los cristianos Dios… nosotros vamos a graficarlo del siguiente modo:



                                                                                     Sein
                                                                                     ápeiron
                                                                                     Dios
                                                                                     Infinito
                                                                                     Lo Absoluto


Este gráfico está en el plano de lo figurativo, entendiendo como figura lo dicho por Kant, lo que tiene espacialidad. Es cierto que tiene límites, y lo infinito no tiene límites. Vamos a decir que esta figura no tiene límites, es una simple astucia de la razón por querer dibujar lo infinito, que, sin embargo, nos va a ayudar mucho para explicar no a Dios, sino otros temas que para el hombre tiene mucha relevancia. Por ser este gráfico lo absoluto, entonces no se mueve, pues si se moviese indicaría que el absoluto es relativo a algo más grande, pues el desplazamiento de un punto a otro punto es relativo a un plano o a dos planos que vienen a ser su referencia. Nos referimos no solo al desplazamiento espacial, sino a lo que Aristóteles llamaba cambio, el cambio sustancial y el cambio accidental[7]. Lo absoluto “dibujado” es por lo tanto inmutable.
Fuera de ello no hay nada más. No tiene límites temporales tampoco, es decir, no nace ni muere, siempre está como presente, es eterno. Todo lo que tiene límites, lo que es, no puede estar fuera de él, pues eso implicaría que habría más de un infinito (aunque en matemática eso es posible). Si pensamos en las discusiones sobre el estatus que tienen el mundo material en la filosofía cristiana, podríamos decir que existe la duda de que el mundo material perteneciese a lo infinito, a Dios, a pesar de ser Dios el creador del cielo y de la tierra. También sobre ello existe la problemática acerca del mal, ¿cómo si Dios es Bueno, puede tener bajo sí la maldad propia de los seres corruptibles como lo material? Hace pensar que habría dos infinitos inconmensurables, el cielo y la tierra, Dios y el diablo. En otras concepciones se dio la idea de que el mundo, el cosmos, estaba formado a partir de dos infinitos, el bien y el mal. Es decir, se ha dado la posibilidad de la presencia de dos absolutos. Y han querido forzar por medio de la razón esta incongruencia que también es racional, ¿dos absolutos, tres? Y cuando un pensador dijo que también Dios estaba en la Naturaleza lo acusaron de panteísta. En realidad, también existen criterios prácticos para no aceptar algo así como que la naturaleza forma parte de lo absoluto divino y se persiste por intereses en acepar ello por intereses lejanos a la razón, pues la incongruencia antes mencionada, que puede haber dos infinitos, ha sido un problema que nunca tuvo como acabarse en la filosofía moderna. Racionalmente, y ya los matemáticos lo han comprobado, puede darse el caso de muchos infinitos, pero nosotros no estamos solamente en el plano de la razón… queremos explicar el todo que rodea nuestra trascendencia, en ella participa nuestro cuerpo, la sociedad, la cultura, la historia… la razón. 
El conjunto infinito antes graficado es Dios, entendiendo a Dios como infinito, todo lo que está dentro de ello “es”. El “es”, el ontos on, es finito, ya que podemos captar en un cierto tiempo sus límites. A esto Heidegger le pone el nombre de “ente”. El mínimo ente es el punto, punto material o punto matemático. Todo ente pertenece al conjunto infinito.
El ente que más nos interesa es el hombre, pues sin este ente que somos nosotros no podemos estar hablando de lo divino. Gracias a que este ente llamado hombre tiene una facultad de poder tener la idea de Dios, es posible que existan tratados de este tipo. Todo ser que tiene una visión genérica, que pueda captar la generalidad[8], puede hablar de Dios. En nuestros términos, puede captar lo absoluto. El único que puede entrar en una relación directa con este Ser Absoluto, y poder saber cómo actuar más allá de su instinto, es el hombre.
Sólo el ente que se concibe infinito, puede pensar que no hay nada más allá de su infinitud. 



[1] Anaximandro de Mileto, hijo de Praxíades, que fue sucesor y discípulo de Tales, dijo que el principio y elemento de todas las cosas existentes era lo ápeiron [indefinido o infinito], y fue el primero que introdujo este nombre de «principio».

[2] “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”
[3] El sentido prístino de logos, legein, recoger, coger con la mente.
[4] "Así también el amante de los mitos, que son un conjunto de maravillas, es por la misma razón un amante de la sabiduría" (Metafísica 982 B).
[5] Mircea Eliade, Mito y Realidad. Ediciones Guadarrama, Madrid, 1973. p. 47
[6] Dios ha muerto.
[7] Aristóteles, Física, Libro Tercero, I.
[8] La esencia del Cristianismo. Ludwig Feuerbach.