A vosotros no les aconsejo el trabajo sino la lucha.
A vosotros no les aconsejo la paz, sino la victoria. ¡Vuestro trabajo debe ser
lucha y vuestra paz, victoria! Solamente armado con arco y flecha es como puede
callar y estar quieto; de lo contrario se parlotea y se protesta. ¡Vuestra paz
debe ser victoria! ¿Qué la buena causa santifica hasta la guerra? Yo les digo
que la guerra santifica todas las causas. La guerra y la valentía han hecho
cosas más grandes que el amor al prójimo. No vuestra compasión, sino vuestra
valentía han salvado ahora hasta ahora los accidentados. Preguntáis “¿Qué es
bueno?”. Ser valientes es ser buenos. Dejad que las niñas digan: “Es bueno lo
que es bonito y enternece”. (NIETZSCHE)

viernes, 11 de diciembre de 2009

METÁFORAS SOBRE LA MENTE






¿Quiénes piensan mejor?



La mente es como una máquina que coge y une (en griego "coger" es "legein", de ahí viene la noción de "logos", "logía" que significa estudio) . Coge ideas y las une, coge visiones y las une. Y las une`para crear una solución, que también es otra idea o imagen.

Hay diferencia de grados entre las mentes o máquinas de cada hombre. Hay algunas que tienen cien manos y cogen muchísimas cosas a la vez, otras tiene solo dos o tres. También se diferencian porque unas manos o tenazas se mueven más rápido que otras, es como si a algunas les faltara el aceite.

La mente es eso: una máquina que coge ideas, las combina y crea una solución. El resultado puede ser otra idea u otra imagen. La máquina funciona mejor si es que tiene bastantes alternativas para escoger. Una mente es precaria si es que no tiene muchas imágenes o ideas que coger.

Las ideas o imágenes se encuentran en la memoria. La máquina es el esquema, las ideas e imágenes, el contenido. Seremos más sabios si tenemos una excelente máquina (rápida y con varias manos) y un gran bagaje de recuerdos (ideas e imágenes).

Para tener una excelente máquina es necesario adiestrarse: las matemáticas sirven para eso. Jugando con los números nos hacemos más veloces para crear. Y el bagaje de recuerdos solo nos dan nuestras vivencias y nuestros conocimientos. Aunque la mejor manera para tener un gran material de ideas y conceptos es la lectura.

Por ello no es que a mí me agrade las matemáticas o las letras y elijo un campo y reniego del otro. Ambos son imprescindibles para la vida práctica y trascendental. Estos dos requisitos escolares hacen posible que nuestra mente se desarrolle. Los estudiantes de la UNI, de manera general, tienen una excelente máquina, pero poco han vivido, poquísimo han leído. Los estudiantes de Letras tienen gran cantidad de información, pero tienen una pésima máquina, no les ha gustado las matemáticas seguro, por ello piensan más lento.

La esencia de la mente es resolver problemas para vivir bien. Pues hay otros pensamientos llamados deductivos que no crean ni hayan ni una solución. La creación es lo que nos identifica como hombres. Ymás problemas resolveremos si tenemos una buena mente matemática y un buen cúmulo de información.

Si nos conformamos con tener ideas o imágenes procedentes de nuestras vivencias, con las simples nociones que nos trasladan las imágenes televisivas y además no salimos al mundo, no nos enfrentamos con él, es preciso que tengamos una mente muy precaria, no muy craativa. Y si sumamos el hecho de que a uno no le gustan las matemáticas, es poco lo que puede esperarse.

Hablando entre filósofos, el filósosofo es el pensador por antonomasia, por ello debo decir que no hay filósofo que no le guste las matemáticas y mucho menos que haya leído poco. y lo más importante, que no haya vivido (visto) más de lo que es normal.

Pocos son aquellos que son matemáticos y hayan leído mucho a la vez. El ser humano de ahora debe tener esos dos atributos para que sea sano. De lo contrario no podrá defenderse de las erremetidas del vaiven sin destino de nuestras vidas.

Jaime Pereyra


jueves, 3 de diciembre de 2009

El que pierde no tiene ningún derecho, salvo el favor del vencedor


Resumen y comentario de la "Manifestación Histórico-Política de las Causas de la Revolución Americana" (“El folleto de las 28 causas”, 1816) por José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete



El ambiente en que vive José de la Riva Agüero se caracteriza por el entusiasmo que ha provocado la Revolución Francesa. A partir de entonces, todo país que se sentía oprimido no hacía otra cosa que cantar los postulados franceses de libertad y criticaban los poderes absolutos y tiránicos; en el caso del Perú, la gran masa de indios y mestizos llegará a un grado máximo de impaciencia y lo que hace el ideal francés es fundamentar el levantamiento, pues de tanto gemido y de tanta indiferencia, no había de tener otra salida sino la revolución.

Pero unos pocos años antes, los peruanos oprimidos no habían sentido ese derecho de revolución, no sabían qué era derecho a la vida, ni derecho a la libertad. Fue los ideales de la revolución francesa que dio a los vencidos una idea de respeto; se sintieron con la autoridad de pedir respeto por una simple cuestión de razón, porque nuestra esencia es racional. El hombre americano se había concebido siempre como esencia una especie de combinación entre el cuerpo y el alma y todas sus manifestaciones eran ejemplo de que en ningún momento despreciaron el trato con el cuerpo. Es con la llegada de los occidentales cuando la idea del hombre empieza a cambiar, poco a poco el ser que se concebía como cuerpo y alma ya para el año de 1800 se sentirá como un ser cuya esencia es racional. Basta eso para que se crea igual a todos los hombres y por derecho de igualdad pedirá respeto a su vida y a sus bienes.

Es José de la Riva Agüero quien se presentó como mensajero de los ideales franceses. “El folleto de las 28 causas” es un escrito donde prima la idea de que el hombre americano también tiene como esencia la razón. Esto es más o menos lo que dice:


LA SOCIEDAD CIVIL TIENE COMO FINALIDAD LA FELICIDAD DE SUS INTEGRANTES

Los estados americanos como el Perú tienen la categoría, según Riva Agüero, de sociedades civiles, que se gobiernan bajo un sistema de leyes; a partir de éstas se sabe lo que es justo o no. Es de suponer que Riva Agüero haya pensado, como es lógico, que estas sociedades se han originado a partir de un contrato (el contrato social). Esto hace pensar que alguna vez tanto los españoles y los americanos decidieron por conveniencia unirse y firmar un contrato o una constitución. Lo cual es falso, pues nunca hubo un contrato, ya que todo contrato no se hace por la fuerza. La unión por la fuerza no provoca de ningún modo un contrato. El español tomó por la fuerza el territorio americano. Pero en aquellos tiempos lo que dominaba era la ley de la guerra, es decir, el vencedor tenía todo el poder y derecho de hacer lo que quiera con el vencido.

El contrato, o la unión, según Riva Agüero, se da por interés y necesidad. Por otro lado, también nos dice que la guerra lleva a la conquista y la conquista a la preservación. Aquellas cosas, como volvemos a resaltar, son supuestos de Riva Agüero dominado por la cultura ilustrada y la revolución francesa. Ya que nada impide al conquistador destruir su conquista ni nadie obliga al vencedor a que haga un contrato a favor del vencido.

El favor es decisión del vencedor, no una obligación absoluta. Claro está que este modo de proceder llevaría a la anarquía mundial, por eso ya desde mucho tiempo atrás se habló de ciertas reglas de guerra. No evita que se hagan pactos o arreglos, pero esto no se fundamenta en derechos absolutos, como el derecho natural. No existe tal cosa como un derecho a la vida. Otra cosa es el hecho de que a un tirano le puede ir mejor si actúa en favor de subordinados, quizás sea lo mas correcto, pero de ningún modo es un derecho, algo por el cual nosotros exigimos que respeten nuestras vidas por cierta ley universal.

La primera fundamentación para la revolución americana es que si el subordinado, es decir el americano, no puede cumplir sus dos principales derechos (el derecho a la vida y el derecho a sus bienes), ya que sin estos derechos no puede vivir tranquilo ni puede vivir feliz, entonces una revolución contra el tirano es justificada, y es justa porque no hay otra salida cuando la existencia misma peligra. Se entiende que este argumento esta bajo el supuesto del contrato.

Una revolución en tal situación es valida. Es una reacción natural cuando un ser siente la opresión. Aquí no vemos una petición de derecho, es lo más normal. Es lógico que si alguien me está pegando yo reaccione también violentamente para preservar mi vida.

Pero de lo que no estamos de acuerdo es que el perdedor en una guerra pida que se le respeten ciertos derechos humanos. Es como si los americanos le dijeran a los españoles: hazme feliz o te dejo. Los americanos exigen a los españoles felicidad, como si los americanos no hubieran perdido la guerra. El que pierde no tiene ningún derecho, salvo el favor del vencedor. De ahí que la revolución no se justifica porque los españoles no tengan los mismos derechos que los americanos o porque no les hagan felices. La revolución se justifica simplemente porque no queda de otra salida cuando la existencia peligra.


TODOS LOS HOMBRES SON IGUALES

En varios trabajos presentados siempre he resaltado la idea de que el hombre se concibe como igual a todos los hombres cuando su concepción de ser humano tiene como esencia el ser alma (o razón).

El concepto de igualdad inmanente en la obra es un tanto extraño. El precursor de la independencia del Perú no ha hecho otra cosa que criticar la forma o modo en que los jefes españoles gobiernan y no el hecho mismo de ser gobernados. El hombre libre, igual a todo hombre, se reúne con otros hombres libres y deciden poner un gobernante que haga respetar sus derechos. Esto es cierto. Pero los americanos nunca pusieron como gobernante a un español. Y es raro porque es como si los americanos se creyesen ese cuento. Sin embargo, por otro lado, la idea del americano es alguien que se siente dependiente. Así, no piden que los extranjeros se vayan, sino que el gobernador extranjero sea un poco más bueno. Reclaman no el derrocamiento del poder español, sino más bien que los españoles no sean tan malos. ¿Entonces como así es que sintiéndose dependientes crean ser libres? De ahí lo extraño del concepto de libertad. No encontramos un espíritu verdaderamente libre a semejaza del espíritu griego que prefería morir antes que vivir como esclavo.

La libertad, la igualdad y la razón no son posibles si me concibo dependiente.

Riva Agüero no pide libertad en el sentido griego, pide más bien compasión para los americanos. Pide un poco más de consideración, pero ¿por qué? Porque somos iguales, dice. Es difícil entender esto que alguien que se concibe igual esté pidiendo igualdad. Porque la revolución americana, y esto entiéndase bien, no se da por un deseo de libertad genuino, se da, en cambio, porque no había otra salida al ver que los españoles no tienen compasión.


SE ACEPTA LA DOMINACIÓN ESPAÑOLA SIEMPRE Y CUANDO HAYA JUSTICIA

El Perú parece a una mujer que acepta estar con un hombre siempre y cuando este hombre le haga feliz. Pero lo que no entiende es que este hombre nunca le ha seducido, nunca le ha pedido nada: simplemente la violó. Al Perú lo violaron. La metáfora se puede llevar a más, pues después del ultraje piensa que le hicieron con amor; la apariencia del amor la hicieron los misioneros cristianos, pero esto no quita la crueldad con el cual se desquició a millones de habitantes. Lo peor de todo es que acepta tal ultraje y lo acepta con cariño siempre y cuando le hagan feliz. Aquí vemos como es de pasivo el Perú. Como se parece tanto a una mujer que persigue enamorada a quien la desvirgó.

Riva Agüero culpa al mismo gobierno (al virrey y sus visires) de ser causantes de la revolución. El virrey no supo ganarse el respeto de la población y por eso tiene como merecido el levantamiento: la separación absoluta.


En uno de los párrafos Riva Agüero habla de un oficial español llamado Calleja que resume todo lo que tiene el español en sus intereses:

“No tengo otro consuelo que dentro de un año toda la América ha de ser nuestra, y las posesiones se han de quitar a los americanos y se repartirán entre nosotros. Entonces los picaros americanos nos han de pedir la vida por misericordia y nos han de servir de rodillas”.

Esta forma de hablar es aceptada por Abascal. La cuestión es bien clara, estos españoles no tenían en mente un cierto contrato para vivir felices con los americanos de igual a igual. Lo único que querían es exprimir América de todos sus objetos valiosos e irse. El problema y el engañado es el espíritu religioso, cuántos sacerdotes fueron timados con el cuento de ir a América y hacer que los naturales viven en el reino de Dios con los occidentales, el interés religioso. De ahí que los peruanos se hayan sentido traicionados porque esa felicidad prometida por la religión solo eran cuentos, pues al conquistador no le interesaba otra cosa que talar y talar la selva virgen (así como violar) para después irse.

Aquí vemos dos clases de conquistador. El primer tipo sería como el bárbaro Atila, aquél que donde pisaba no crecía la hierba; este el conquistador que deja desierto cada pueblo y se va a seguir conquistando. El otro tipo sería el del conquistador que preserva su conquista; también se podría decir que el conquistador a la vez es conquistado. Lo preserva o bien por amor o bien por interés. El español siempre conservó su conquista por interés, al fin y al cabo su intención ha sido sacar provecho de todo cuanto podía en nuestro territorio y a la vez destruirlo. ¿Pero por qué no lo destruyó de una sola guerra? El problema está en que lo valioso en el Perú nunca dejó de acabarse.

En esta parte del mundo nunca se dio una conquista de enamorado como podría decirse. El enamorado conquista dejándose llevar por la bondad y la belleza de su presa, no lo destruye, sino que le hace florecer, le hace rendir los mejores frutos. Es evidente que esta no destrucción de la conquista es el origen del contrato moderno (Hobbes). La filosofía moderna no es otra cosa que el triunfo del cristianismo y de las masas, de la gran masa de vencidos (en todo sentido la mujer siempre pierde las guerras) y de pasivos que piden ser conquistados, pero no dañados. Que yo sepa la conquista, en sentido radical, es la destrucción del otro y la preservación del yo. Conquista es una palabra que se da en el plano del cuerpo, nuestra animalidad es la que guía. ¿Acaso no sería lo mismo decir, al mismo estilo callejero: mojas y te vas?


(2007)

sábado, 21 de noviembre de 2009

La mujer, el amor y lo divino



Se ama al superior, pues el superior es más grande y poderoso que yo. En otras palabras, se ama lo que causa admiración (thaumáthen). Pero se ama no porque uno lo quiere, sino por necesidad (deomenoi), esta fuerza superior ante la que nos encontramos nos obliga a agachar la cabeza. Por no perder la vida, uno tiene que sumirse, aceptar la superioridad del otro y admirarlo. Después de la admiración viene el amor. Se ama al amo, al que manda.

Si Dios se nos presenta como un poder sobrehumano, el hombre por obligación tiene que amarlo, pues de él depende su vida. Si yo no amo la naturaleza y actúo ante ella como miserable y la daño, la talo, la contamino y no la cuido, entonces ésta va a tener que demostrar por qué es Diosa, pues no por las puras se le tuvo respeto por muchos años. La Naturaleza forma parte de uno de los círculos a la que pertenecemos, nuestro cuerpo es finito ante ella que es infinita. Nuestro cuerpo por “necesidad”, por comida, por reproducción, por salud, necesita de ella, ella no nos necesita, ella es más grande que nosotros. Lo divino se manifiesta de ese modo, por la dependencia vital que tenemos ante ella. Se le ama por que necesitamos de ella.

Veamos de manera sistemática y figurada como funciona este mecanismo religioso. Somos voluntad, al menos el que interviene en este sistema es esa tendencia queriente, es una fuerza que intenta expandirse. El ser humano se abre a lo exterior porque necesita de ello. La necesidad misma, el hecho de que nosotros necesitemos de algo, hace que dependamos. Y también esto nos muestra que lo otro que está fuera de nosotros y lo necesitamos es algo que tiene nuestra misma sustancia. Así, mi cuerpo necesita cuerpos, mi materia necesita materias. Pensemos que esto es nuestra voluntad: un punto en expansión, como una mano que quiere coger.

Nosotros somos un ente que estamos en constante expansión. La expansión es signo de nuestra voluntad de poder. Pero esa voluntad va a encontrarse con fuerzas que vienen de otros entes, que pueden ser aniquilados por nosotros, podemos quitar le vida a un perro, a una planta, podemos desintegrar una piedra, etc. Pero no podemos aniquilar a aquello que no es un ente más. Sino más bien es el fundamento de todos los entes. De la Naturaleza brota las plantas, los animales, los ríos, los truenos, todo lo material, y es algo que no podemos saber cómo se realiza. ¿Cómo podemos aniquilar a la Naturaleza? Ante ello hay una experiencia trascendental de infinitud. Pero sabemos que ella nos puede aniquilar, la muerte de un ser humano no es nada para la Naturaleza. Nosotros, a pesar de todos los avances tecnológicos, estamos a su merced, sin que esto pueda remediarse algún día. Nuestra pobre voluntad sufre de ello, se siente finita y sin siquiera la esperanza de que algún día la pueda vencer. Mucho peor si se la destruye, pues nuestro cuerpo depende de ella y no es posible salirse de ese círculo al cual estamos condenados.
Lo divino siempre se presenta como infinito. Pueden existir fuerzas poderosas, hombres poderosos, pero son posibles de rebatir, aunque sean muy difícil. Lo que sentimos ante lo divino es la imposibilidad.

Cuando nuestra fuerza recibe la negación, sin que por ello no se niegue momentos de afirmación, y según Nietzsche eso es la felicidad, entonces se produce el retraimiento, la represión de fuerzas. La represión de fuerzas provoca la tensión dentro del ente, la intranquilidad, el posible desfallecimiento. Ante ello están los impulsos de defensa que subliman esas fuerzas negadas que ocasionan inteligencia. En el caso del hombre, este sublima su fuerza material y pasa ésta a un plano espiritual. Envés de despreciar esa fuerza que le presiona lo acepta como superior y lo admira, lo ama. Con ese artificio la fuerza que niega nuestra voluntad pasa a ser no nuestro enemigo sino nuestro protector, nuestro amo, a quien se le debe amor. Dios es amor.
Este se puede relacionar mucho con la experiencia del amor, que en muchos seres humanos tal experiencia parece una experiencia religiosa. Y es porque tiene el mismo sistema aunque con una diferencia muy sustancial, lo otro que se diviniza en la experiencia del amor no es el Ser, no es infinito, sino algo finito, perecible.

Una voluntad en expansión puede ser un hombre cualquiera. Él quiere expandir su poder y traerse para sí una mujer. Es un conjunto finito que quiere meter a sus límites a otro conjunto finito. Tenemos que utilizar muchas metáforas en nuestro lenguaje para que se perciba la relación. El campo de acción de este hombre es todo lo que puede hacer y pensar. Pero querer coger a otro ente para sí, en este caso a una mujer, significa que también el campo de acción de la mujer le pertenezca. Quiere tener su cuerpo y su alma para sí, su voluntad le pide eso. La mujer, por su parte, no es un ser infinito, pero puede parecerlo. Ella se niega. Antaño no la protegían las leyes y era cogida a la fuerza por el hombre (y por ello es que antiguamente no se adoraba mucho a la mujer). Pero en nuestras épocas no se puede hacer eso, se tiene que utilizar otras estrategias para cogerla (coger su alma y su cuerpo). Pero a nuestro hombre, utilizando todo su poder, aun se le niega la mujer, las fuerzas de la mujer son más poderosas. La voluntad produce una cierta sustancia hormonal que mientras más quiere más se produce. Esas hormonas necesitan ser desechadas en el otro para afirmar mi poder. Cada vez que sentimos que nuestro poder se ensancha nos sentimos felices. Cada vez que tomamos un territorio nuevo, metemos a nuestros soldados allí, votamos nuestras hormonas como depósito de nuestro poder en el otro. El perro orina cuando quiere delimitar su territorio. El hombre vota estas sustancias donde hay tierras que le pertenezcan, cuerpos (pueblos) que haya vencido. Ahora, si no hay dónde votar estas fuerzas materiales, el ser humano sublima esa fuerza material en espíritu. Por un mecanismo convierte a su “víctima” objeto de su deseo, en divina. Ya no hay deseo, así parece, pues el deseo pasa al inconsciente, y se figura que ella es una diosa a quien se respeta. Ya no se lucha por tomarla, sino le pide, le ruega, le ofrenda, porque él ya no es el importante, sino ella. Ella se convierte en su diosa. Es su amo, y por ende se le ama. He ahí el amor. No es por nada que se dijo más arriba, que uno puede decir te amo, pero en el fondo “suda a goterones”, para repetir al buen Nietzsche, en el fondo de su inconsciente, para repetir a Freud, la quiere tomar para sí, la quiere, en términos físicos, “comer”.

viernes, 30 de octubre de 2009

Foucault, Chomsky y yo



Lo que en este parte se discute es acerca de la tarea política. Chomsky tiene muy presente la idea de que hay dos cosas muy distintas: el campo de los intelectuales y el campo de la acción política; los unos piensan, los otros hacen. Si nos portamos como intelectuales podríamos crearnos en idea una sociedad cuyos poderes posibiliten y hagan que se cumpla y desarrolle la idea de naturaleza humana que tenemos. Esto hace suponer que hay algo así como una fuerza única que lucha contra todo lo no humano. Por su parte, Foucault cree que Chomsky es muy inocente al creer que el poder humano es único y no se da cuenta que dentro de ese poder humano hay lucha de poderes, por la cual el que vence (que es una clase social) se siente como portador de los distintivos humanos y defensor de ella, cuando en realidad ella solo representa a una clase. La sociedad actual, piensa Foucault, tiene a parte del poder estatal, otros poderes que aparecen como ocultos, con fachada de instituciones neutrales, pero que en realidad apoyan a una clase. El politico, el que hace política, tiene que desenmascarar estos poderes ocultos: ¡la política no debe apoyar a ninguna clase! En realidad, Foucault también cree que hay una naturaleza humana que no debe teñirse con poderes externos de ciertos clases sociales que solo ponen en conflicto la sociedad.


El problema se centra en la naturaleza humana. ¿Cuál es? algo que se discute en el segmento siguiente.


Pero sobre lo anterior se dan dos alternativas:


a) Hacer política es idear una sociedad de acuerdo a nuestra naturaleza (Chomsky)


b) Desenmascarar los poderes ocultos de la sociedad (Foucault)

Sin embargo, lo que pienso es lo siguiente...


sábado, 17 de octubre de 2009

LA CONCEPCIÓN DE LA ESENCIA DE DIOS A PARTIR DE LA ESENCIA DEL HOMBRE

Jaime Pereyra



Vamos a investigar ahora lo que ha sido Dios para el hombre, no lo que es Dios, sino lo que nosotros hemos creído acerca de la esencia divina. Dios ha tenido en todo los lugares diversas caras y diversas facetas, desde una papa hasta la Idea Pura, pasando por la vaca, el halcón y hasta mixturas demoníacas de animales salvajes. Dios ha podido estar representad por mil facetas, sin embargo, de todo esto podemos inferir dos diferencias esenciales entre los diferentes tipos de Dios concebidos en todo el mundo: el dios natural y el dios ideal. Los dioses naturales tienen figura, una imagen determinada, pueden tener algunos las emociones y pensamientos de los humanos; algunos mueren, otros no. El Dios Ideal no tiene figura, pues su naturaleza no es física, tampoco tiene sentimientos humanos, mas sí es pensamiento puro, y aunque sin ser natural, tiene el poder de manipularla a su antojo. Es infinito, eterno y pensante. En ambos tipos de dioses el hombre ha fundamentado su verdad, su modo de vida, su religión.

Como nos hemos podido dar cuenta, la cultura occidental, desde Jenófanes hacia adelante ha ido formándose una idea de dios muy espiritualista, tal vez con muchas variantes a través del tiempo, pero siempre conservando esa tendencia ideal, pues le pareció execrable siempre la idea constante de un Dios natural que proponían otras culturas.

Para saber por qué se da esta doble presentación de Dios nosotros tenemos un argumento plausible que toma conceptos y estrategias de la metafísica moderna. Sin presumir verdad más allá de una explicación precisa del tema, utilizamos conceptos como esencia, materia, espíritu, idea… que si bien muchos de estos conceptos ya han caído en descrédito para una explicación racional, nosotros pensamos que estos temas solo pueden ser tratados por estos términos, motivo por el cual caeríamos en el error tratando de cuantificar este estudio.

Cuando Platón[1] se preocupaba por averiguar quién podría ser el hombre que gobierne el mejor Estado nació con él también la idea de que el más sabio, el filósofo, debería gobernar. El hombre que cultive del modo más excelso aquello que se llamó razón o intelecto. El estudio más alto a que se podría llegar era aquél que jugaba con los conceptos divinos y fundamentales. La ciencia, entendida según la modernidad, no era el estudio más alto a que se pueda llegar. Esto suponía que el mejor hombre sea el que manda. La estrategia era la siguiente, el hombre es perfecto y, por ende, mejor, si es que cumplía o ejecutaba lo propio de su ser, lo que más le corresponde. Así, si actuaba como cargador, éste no podría ser un hombre perfecto pues ejecutaba la función del buey. La función, la ejecución o la actualización de la esencia, se entendía como algo que no tenía ninguna otra especie, algo que, por ejemplo, solo el hombre poseía. Y realizando un análisis concienzudo, los filósofos griegos llegaron a la conclusión que el alma racional, en términos generales, la inteligencia, era lo propio del hombre, inteligencia desarrollada a partir del lenguaje. Así como el médico cura a los enfermos y el carpintero hace muebles, así también el caballo sería para esto y el perro para lo otro y el hombre para esto otro, es decir, el pensar. La esencia del hombre era el pensamiento. Pero el mejor, el que debe mandar, y, repetimos, manda siempre el mejor, debe ser para los griegos y en adelante para todo el intelectualismo, el más inteligente. El que llega más alto con su inteligencia, tan alto como para hablar solo con los dioses. Es decir, en el plano del Ser y no del ente. Pero esto no quería decir que el hombre era puro pensamiento, sino que lo propio de él era eso, sin quitar todas las demás facultades que comparte con lo animales. Por muchos años se entendió mal esto, y por ello, el ser humano se olvidó de sus otras partes, cultivándose así la vida moderna en base al olvido del cuerpo, olvido del cuerpo productor de la tecnología, la ciencia y la religión intelectual.

Por otro lado, cuando los aztecas escogían a su rey este debería ser el mejor en la guerra y en la palabra, ¿y por qué no pensaban como Platón que debería ser el más inteligente? Incluso culturas más lejanas de nosotros imponían a su rey a través de una lucha a muerte, aquí el más fuerte era el mejor. En la cultura andina, unos nacían para ser nobles y otros para ser gente común. Había una educación diferenciada. Unos se educan para gobernar, otros para obedecer. En otros pueblos la educación te preparaba para la competencia para llegar al gobierno. El modelo de vida era el que te preparaba para la constitución del hombre perfecto. En los aztecas la perfección consistía en ser fuertes y técnicos para la guerra y oradores para convencer al pueblo.

Jenófanes tenía razón, si los caballos tuviesen dioses, estos también serían caballos. El Dios de uno debe ser de nuestra misma esencia pero con una perfección absoluta. En este aspecto los occidentales se equivocaron al comprender la esencia como la función propia y no como lo que yo era. La primera hizo que el hombre se concibiera como intelecto, la segunda como intelecto y cuerpo. Fue así que el mejor debería desarrollar no solo el pensamiento para ser el mejor, sino también el cuerpo u tras facultades más.

Así también, si yo me concebía como pensamiento puro, entonces Dios debería de ser del mismo tipo esencial, también pensamiento, pero llevándolo a la excelencia infinita, pensamiento o Espíritu Absoluto. Si yo concibo a mi cuerpo y a mi imaginación (notase que no decimos intelecto) entonces mi Dios debiese ser de esa misma esencia, pero en términos absolutos inalcanzables para el hombre, siendo solo los hombres que llegan casi tan alto como para acercarse a los dioses, los famosos semidioses. Por eso los dioses aztecas y andinos tienen imagen y son de materia, pero de una materia perfectísima, es decir, de materia inmortal. Tenía razón Marx cuando decía que el hombre proyectaba sus deseos en Dios, y tiene razón, porque hay una proyección de mi esencia en lo divino. Palabras como la cristiana que dice “Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza” son muy ciertas, y más ciertas aún si invertimos esta frase así “el hombre figura a Dios a su imagen y semejanza”. Lo que ocasionó el pensamiento de Marx sobre la religión fue que todos pensaran que el hombre crea a Dios, que es un simple fantasma creado por el hombre para justificarse de sus debilidades. Interpretación errónea, porque lo que hace el hombre es figurar a su imagen y semejanza a Dios, mas no lo crea; la captación divina, la experiencia religiosa es un hecho, es un hecho que somos finitos y que a partir de ello concebimos la infinitud, a la que llamamos Dios. Es decir somos dependientes de algo más amplio y poderoso que nosotros, pero que en diversas culturas se lo ha imaginad de diversas formas. Lo dicho por Marx vale para la interpretación de Jenófanes acerca de la forma y figura de Dios que concibe el hombre, pero no para desacreditar su presencia, o como lo han llamado, su existencia.

[1] La República, Libro VII.

sábado, 3 de octubre de 2009

OPROBIO A LA LECTURA

CRISTIANISMO Y MODERNIDAD ES LA MISMA COSA, TU ENTRAS A ELLAS POR LA LECTURA... ¿Y QUIÉN QUIERE ENTRAR EN ESE MUNDO TAN FEO?
Por: Jaime Pereyra

Si bien la lectura me ha permitido escribir este artículo y tal vez me haya salvado de tener una vida más triste que la que tengo, sin embargo La LECTURA ahora se me ha convertido en un blanco importante QUE DESTRUIR. La metáfora de la escalera creada por Wittgenstein, si bien es utilizada para enseñar que la filosofía debe ayudar al filósofo a abandonar la filosofía, me sirve mucho para compararla con la lectura, es decir, la lectura misma me debe ayudar a abandonar la lectura, así como mi padre me debe enseñar a derrotarlo, si no no hay vida.
No me imagino leyendo toda una vida, que triste y aburrido debe ser eso. De igual modo, con la escritura, estar metido como topo en una caverna, escondido del mundo escribiendo y escribiendo solo para que me acepten y me quieran, como dicen graciosamente los literatos, la verdad me da risa… Para que me acepten en el mundo occidental, para que en Europa, en Norteamérica me respeten. ¿Pero por qué ellos? Porque ellos tienen el poder de juzgar, al tener los más grandes lectores y escritores. La lectura es un invento occidental lastimosamente. Los libros como instrumento de desarrollo, esa es la idea que tenemos que destruir.
En realidad me avergüenzo de ser un escritor y un lector. Para colmo instigo a mis discípulos a leer. Yo lo pondría en la categoría de un “mal necesario”. Este modo de vida que tenemos nos obliga a tener muchísimos “males necesarios”.
Yo creo que la lectura provoca el centralismo, es decir, la globalización. Por todos lados hay provincianos, solo los grandes países occidentales no son provincianos. Los serranos de Lima, los peruanitos de Europa.
Los inteligentes o son de números o son de letras. O te vas a estados Unidos e Inglaterra, o te vas a Francia o Alemania. Para resolver los problemas prácticos te vas a los anglosajones, para resolver los problemas trascendentales te vas para el continente. Ellos tienen los máximos exponentes en la intelectualidad.
Una mujer, un hombre de mundo, un homosexual, un moderno, un tecnológico, un literato… siempre es un intelectual, aman la lectura, las novelitas, se sienten bien en ellas. Son los refinados, los que son educados, que no gustan de la violencia. La intelectualidad que se adquiere gracias a la lectura te da un estilo suave, delicado, cruzan las piernas los intelectuales, toman su café. Las mujeres se reúnen los jueves con su té para comentar una novela. Los hombres a cambio del té prefieren el café pero igual comentan un libro. ¡Y cómo hablan! A estas personas les miro con recelo, ¡qué educados además son! ¡Qué bien te tratan! Se imponen cierto estatus divino, andan pausadamente pensando en algún libro que han leído seguro.
Conversando con una persona, que antaño vivía como hombre natural, le pregunté por qué vino a Lima, y me dijo para seguir estudiando… Todos vienen al centro para estudiar, pero el centro los manda a trabajar siempre, solo unos pocos que leen más y escriben bonito son aceptados… ¡Amo la lectura! ¡Amo la vida moderna! Dicen. Me disculparán los intelectuales, que saben mucho, que sea antimoderno, con esto he botado la escalera y firmo mi aversión a la lectura. ¡A un guerrero como Atahualpa no le vengas a dar un libro!
Las letras: la gramática, la ética, la poética, la lógica. Señores, ahí tienen la esencia de lo intelectual. En el Medioevo ellos eran los letrados, los lógicos (matemáticos), los poetas, los filólogos y lingüistas, la ética… no es más que filosofía, instrumentos que te ayudan a reconocer a Dios.
El fin de la lectura es reconocer a Dios, con esto no me vayan a tildar de cristiano, en realidad me refiero a otra cosa. Recuerden que Dios es la Verdad, el Bien, la Belleza.
Prefiero, en verdad, jugar un partido de fútbol, tirarme a alguien, emborracharme, conquistar una ciudad, pelearme a muerte… vender… dormir… antes que leer.

La lectura te abre la puerta a la modernidad… Un metafísico de verdad sabrá cuántas fallas tiene esta cosmovisión.
Señores, la lectura fue mi madre y qué tristeza me da ofenderla, antaño fui también intelectual, pero ya no sé qué más me puede dar la lectura… Prefiero denominarme como Nietzsche: Filósofo Guerrero.

viernes, 18 de septiembre de 2009

LA PAREJA IDEAL: INSTINTO Y RAZÓN

Pensando sobre el amor:


¿Cuándo decimos que esa persona es perfecta para mí para vivir el resto de nuestras vidas? Ante esa situación deben coexistir dos elementos imprescindibles: lo inconsciente y lo racional. Lo inconsciente es el gusto, cuando veo a una persona y de pronto me gusta sin saber por qué; este gusto tiene relación con los paradigmas afectivos que tiene esa persona en su vida. Las personas que me gustan tienen un rasgo, un halo, una semejanza, con un ser querido para mí, pero que normalmente no soy consciente de eso. Inconscientemente creo que me gusta de la nada, pero no es así, debajo de ese gusto yacen ideas ocultas en nuestra mente. Este ingrediente inconsciente (orgánico) es lo que domina nuestro deseo, hace que nuestro ser desee a esa otra persona que me gusta, un deseo de posesión, que se traduce en lo sexual y en el dominio de la voluntad del otro, un deseo infantil narcisista. Muchas relaciones se guían por este componente, muchas se vuelven locas o locos por ese deseo, y este deseo se convierte en un sentimiento de amor tanto más difícil sea poseer tal objeto del deseo. Muchas personas creen que con esa parte es suficiente para decidirse a casarse con una persona. Muchas chicas son maltratadas y a la vez siguen enamoradas cada vez más del que las maltrata solo porque inconscientemente creen que es, por ejemplo, su padre, o su hermano; hay una especie de creencia inconsciente de que ese ser que nos pega es un ser querido, y por lo tanto está bien lo que hace. Mayormente esas relaciones si no tienen el otro ingrediente racional que le falta nunca llegan a durar.

El ingrediente racional se da en el hecho de saber que fuera de todo gusto la mezcla de esas dos personas, la convivencia, la simetría, sea la exacta. O sea, que la naturaleza de esas dos personas sea del mismo grado. Solo pueden convivir bien dos personas sanas, por ello se suele aparear a los animales entre los mejores, así también debería haber algo racional, un tribunal, que apareje a los hombres tomando en cuenta su semejanza, sanos con sanos, enfermos con enfermos, jorobados con jorobados, mudos con mudos, etc. Son estos dos ingredientes los que en mi opinión deben prevalecer al momento de conseguir pareja. Muchas personas se aferran a alguien de diferente calibre solo porque le gusta, porque inconscientemente creen que es su hermano, por ejemplo, cuando en realidad ese otro ser no es su hermano, y es difícil que salga esa tendencia de querer identificar al ser querido con la persona que le gusta. Una vez, por ejemplo, yo me aferraba a una chica porque se parecía a mi hermana, aunque no era consciente de ello, y pensaba que al dejarla también abandonaba a mi hermana, pero la realidad es que no son lo mismo, no hay ninguna relación entre el ser querido y la persona que me gusta y que se parece a ese ser querido. Son dos cosas distintas.



Lo único que importa es el hecho de que te guste, pero después de eso tiene que entrar a tallar el ingrediente racional, necesito saber si esa persona se me asemeja, ya no tanto en el biotipo, sino en su naturaleza, si es tan sano como yo o si es tan enfermo como yo.




2008




sábado, 22 de agosto de 2009

ACERCA DE NUESTRA VISIÓN TRASCENDENTAL

La visión genérica de Feuerbach





En el mundo en el que vivo, al cual pertenezco, se da una característica muy importante: no hay absolutos. Cuando no hay absolutos, entonces los hombres van en diferentes sentidos, unos van para aquí, otros para allá, hay una mezcolanza de sentidos. Solución a esto quiere ser la democracia. La falta de sentido hace que nos comportemos de diferente modo, incluso muchos quieren olvidarse de algún modo de esta falta de sentido haciendo una y otra tontería. Uno extraña el mundo de la niñez, un mundo encantado en donde nos dicen que el sentido lo impone Dios.



Ante la falta de sentido, hay tres soluciones: las drogas (la fijación a algo), la imposición artificial de una meta (existencialismo) o vivir el sinsentido del mundo (Nietzsche).



La falta de absolutos indica la eliminación del enlace que hay entre las cosas y el absoluto. Se le ha llamado el descenlace entre Ser y ente. Que los entes no tengan Ser muestra la eliminación de todo absoluto. La metafísica cree que los entes no puedan estar así por así en el mundo, deben tener una causa (un arjé). El arjé es o bien para explicar la existencia de algo o bien para explicar la esencia de algo. De Homero a Husserl han creído esto. El mundo de Wittgenstein lo conforman una serie de hechos atómicos diferentes entre sí, casuales, sin jerarquía, pero con una estructura fija, su figura lógica. La metafísica fue dejada de lado a partir de que en la naturaleza o fuera de ella y en el cual el hombre no intervenga no hay sentido. El sentido está en el espíritu (Husserl, Hartmann, Wittgenstein). El mundo no tiene sentido. La metafísica ya agotó todas sus posibilidades, ya no hay esa relación Ser y ente, ya no hay cosas trascendentales más que la de que el hombre lleva en su ser espiritual.



El último refugio de la relación Ser y ente la dio Husserl, el sujeto trascendental y los objetos. La metodología fue ahora filosofía. Si no hay objetos trascendentales, entonces la metafísica está por las puras. Empieza la filosofía hacerse marginal (Wittgenstein, Ballón).



La aparición de la metafísica no se debe a que se hayan presentado de algún modo a la mente seres absolutos. La metafísica no debe ser entendida como relación Ser y ente. La metafísica se justifica por la visión dual general-particular (tal vez se entienda esto si pensamos sobre la idea de hombre genérico de Feuerbach). La visión dentro del mundo es particular, fuera de ella es general. Esto se da aun aceptando que haya o no haya sentido y menos aun dioses. La metafísica no se elimina con la falta de esos seres.



El pensamiento ha sido tratado de dos modos a lo largo de la historia de la filosofía, por dentro y por fuera. Por dentro de modo trascendental (Kant y Husserl) y de modo psicológico (los amigos de Locke). Por fuera de modo trascendental (Wittgenstein) y de modo lingüista (Pierce).



Decir que el pensamiento sea la proposición con sentido es un decir arbitrario, del mismo modo puedo decir que el pensamiento es la expresión sinsentido. En ambos se muestra un deseo, que yo quiero que el pensamiento sea de tal forma y no de otra. Otra cosa es decir que el pensamiento es así porque es así y no porque yo lo quiera.Marcar un límite al lenguaje, es decir que el lenguaje es de tal y cual forma muy a pesar de mi voluntad, que el lenguaje muestra una estructura, es hablar bien. Pero si digo ello, y luego digo que ese lenguaje es solo mío, digo muy mal. Por ahora mis valoraciones son indiferentes.Hay una diferencia muy grande entre limitar o determinar un lenguaje privado (digamos armar un juego) y limitar el lenguaje en general. Creo un lenguaje de computadoras, pero no creo el lenguaje con el cual todos nos comunicamos, ese lenguaje no es mío, es de la humanidad, o sea de nadie.Lo mismo con la idea de limitar el pensamiento.



El pensamiento, digo de modo engreído, tiene dos facetas: la faceta del ver y la faceta del decir. Con esto saltamos el obstáculo que nos impone Wittgenstein (Los cuadernos azul y marrón), que no hablamos de aquello que hay en mi cabeza porque es imposible decir lo que sucede allí. Husserl salvó el inconveniente proponiendo una psicología a priori. Esto ya es problema de Husserl.Nosotros decimos: veo y digo, de eso estoy seguro. Limitar el pensamiento es limitar el ver y limitar el decir.



Cuando me tiro boca arriba en el piso veo ante mí un cielo infinito y, en medio del cielo, el sol. Digo cielo y digo sol.Cuando subo a la azotea de un edificio y veo hacia abajo veo a mi hermano, mi casa, mi árbol y digo así en tanto los veo… después digo “ellos están sobre la tierra”.



Ahí donde hay visión general solo ahí aparecen los entes a montón. Sólo ahí es posible decir que “al Perú le duele el estómago”. Sólo ahí aparecen los entes ideales, las esencias, las constantes lógicas, etcétera, y, claro, también “etcéteras”.



¿Cómo es que las constantes nacen de la visión general? Vemos un hombre, otro y otro… entonces decimos “lo humano”, la clase de los hombres. La inducción es el llamado que le hacemos a las cosas a partir de nuestra visión general.Que tome una naranja y una manzana en mis dos manos solo es posible sabiendo que pueden estar juntas. Es difícil que un leopardo coja dos cosas a la vez.Los animales que tienen esta doble visión pueden coger dos cosas a la vez. La posibilidad de coger se simboliza en “v” o “&”.



Que Kiko, el hijo de doña Florinda, siendo adiestrado por Jirafales en cuestiones de música, suelte el mango de la guitarra cuando su atención está en el cuerpo de la guitarra, sólo puede ser aceptado como parodia del animal. El animal no tiene doble atención, no es genérico.Los datos de los sentidos se reúnen en un todo.



Se podría pensar que si veo una piedra digo piedra, y si veo el cielo digo cielo. En ambos casos hay simetría. Pero tanto la palabra “piedra” como la palabra “cielo” no tienen la misma equivalencia. Así nacieron las categorías de infinitud. ¿Hay un conjunto infinito? ¿Hay un infinito limitado? No, la esencia de los nombres es señalar una cosa limitada. De algo finito no puede salir nada infinito. La palabra sale de un ente finito, salvo que Dios hable por ello. Pero la palabra de Dios no es la palabra humana, si no hablaría limitadamente.



Los conceptos metafísicos y lógicos son divinos. Pero hablar como algo que no somos solo es bufonería.



Aquello divino que siempre se nos ha achacado viene solo de nuestra visión general, de nada más.



El que ve y el que dice soy yo, fuera de mí todo es infinito. La palabras universo, mundo, cosmos no dicen nada, porque menta lo infinito. La totalidad de las cosas como de sus nombres respectivos es lo que podemos decir, es lo que nos mantiene seguros, porque son finitos.El yo (la visión y su lenguaje) es finito, de ahí que todo querramos hacerlo finito.



A este yo quiero llamarlo “pensamiento”



Ya que el yo es finito y los objetos (con nombre) finitos, y solo por ello, podemos cogerlos con el lenguaje, son decibles. El yo y el no-yo (los objetos) son objetos finitos, no particulares. Son conjuntos finitos. Los dioses son parte del no-yo.



Mi tesis es que es posible aun un lenguaje metafísico claro a partir de estos objetos (yo y no-yo).



El mundo, aquello que yo llamo “mundo”, así debió decir Wittgenstein, es todo lo que acaece. Lo que acaece son todos los hechos con los cuales configuro dos objetos: el yo y el no-yo.



El yo es voluntad.

martes, 4 de agosto de 2009

POSIBILIDAD DE LA METAFÍSICA


Jaime Pereyra (UNMSM)


La falta de absolutos indica la eliminación del enlace que hay entre las cosas y el absoluto. Se le ha llamado el descenlace entre Ser y ente. Que los entes no tengan Ser muestra la eliminación de todo absoluto. La metafísica cree que los entes no puedan estar así por así en el mundo, deben tener una causa (un arjé). El arjé es o bien para explicar la existencia de algo o bien para explicar la esencia de algo. De Homero a Husserl han creído esto. El mundo de Wittgenstein lo conforman una serie de hechos atómicos diferentes entre sí, casuales, sin jerarquía, pero con una estructura fija, su figura lógica. La metafísica fue dejada de lado a partir de que en la naturaleza o fuera de ella y en el cual el hombre no intervenga no hay sentido. El sentido está en el espíritu (Husserl, Hartmann, Wittgenstein). El mundo no tiene sentido. La metafísica ya agotó todas sus posibilidades, ya no hay esa relación Ser y ente, ya no hay cosas trascendentales más que la de que el hombre lleva en su ser espiritual. El último refugio de la relación Ser y ente la dio Husserl, el sujeto trascendental y los objetos. La metodología fue ahora filosofía. Si no hay objetos trascendentales, entonces la metafísica está por las puras. Empieza la filosofía hacerse marginal (Wittgenstein, Ballón). La aparición de la metafísica no se debe a que se hayan presentado de algún modo a la mente seres absolutos. La metafísica no debe ser entendida como relación Ser y ente. La metafísica se justifica por la visión dual general-particular (tal vez se entienda esto si pensamos sobre la idea de hombre genérico de Feuerbach). La visión dentro del mundo es particular, fuera de ella es general. Esto se da aun aceptando que haya o no haya sentido y menos aun dioses. La metafísica no se elimina con la falta de esos seres.


2008

viernes, 27 de febrero de 2009

LA FILOSOFÍA EN SAN MARCOS


2. El individualismo


Es innegable el hecho de que filosofar en el mejor sentido de las palabras es el filosofar griego, el hablar con los dioses, ir más allá de lo político. Por ello siempre digo que la filosofía es el mal camino que tomó el ser humano cuando tuvo que elegir entre dos cosas: aceptar que mi esencia es espiritual o aceptar también a mi cuerpo como parte de mi esencia. La filosofía tomo el primer camino, es el anti-cuerpo por excelencia.

La sociedad es un conjunto de seres humanos que están unidos por diversos motivos, pero de manera primordial los seres humanos se unen para vivir, para poder vivir. La comunidad, los grupos, las tribus se conectan gracias al lenguaje, a la comunicación, para resolver problemas de índole práctica. Son problemas del mundo. La filosofía no se entrega al mundo, huye de ella.

Huir de lo público es no hablar, no dialogar. Y está bien si seguimos al pie de la letra los lineamientos y las consecuencias básicas de la tarea filosófica, dialogar con uno mismo, entregarse a cosas divinas, olvidarse de la satisfacción instintual y apegarse a cuestiones no humanas, antinaturales.

En la escuela de filosofía de San marcos sí que se cumple esto a cabalidad, ni profesores ni alumnos dialogan como dialogasen un grupo de vecinos para resolver un problema de la comunidad.

En realidad es que los primeros años en la Escuela uno es platónico, con esto quiero decir que uno se ocupa de cuestiones teóricas. Esto se muestra incluso en la apariencia de estos filósofos platónicos, en un descuido total del cuerpo, pelucones, poco aseados, cada vez más alejados del grupo. Porque lo que importa no es la apariencia, es la esencia, dicen. Será quizá porque los cuatro primeros ciclos la escuela parece una escuela helénica, se estudia griego, filosofía antigua, Platón, Aristóteles, uno recién entrado a la universidad aun es un joven globalizado, o sea no natural, tecnológico, demócrata, cristiano, pasivo, compasivo, “pensante”, idealizado. En esa época todos se creen tocados por la divinidad, nadie cree que necesite de alguien… son platónicos. Esto podría ser una explicación al individualismo.

Por el lado de los profesores, entre ellos aun persisten platónicos, no belicosos, tocados de Dios que desprecian a otros profesores como para tener una discusión con él. Hay también aburrimiento en muchos de ellos, desencantados ya de la filosofía, ahora cuidan su puesto, ahora son pragmáticos. Si discutieses conseguirían enemistades por las puras y pondrían en peligro su trabajo, sus ascensos, sus coimas… nada menos práctico que buscar contiendas, es mejor para ellos alabar al otro, no discutir, la zalamería es un buen camino para ascender y esto lo saben bien muchos profesores. Aunque los hay aquellos belicosos, que gustan de la lucha de ideas, lucha que acaso sea lo poco que queda de una verdadera contienda física ya poco practicada en un mundo que solo inhibe tus instintos, dentro de un contrato que te quita lo agresivo.

Sueño con una escuela en donde todos los profesores y alumnos están reunidos en el auditorio al mismo estilo medieval, los más sabios al centro de todos esperando las críticas de unas jóvenes promesas. Sueño con una escuela sanmarquina en la filosofía internacional, una forma de pensar propia y original que singularice a los peruanos, luchando con los filósofos alemanes o ingleses de igual a igual por reivindicar una idea más allá del negar sus ideas o aceptarlas pasivamente. Sueño estar jugando fulbito entre filósofos, yendo a cazar faldas, emborrachándome con ellos. Sueño estar con toda la escuela en un paseo campal, hacer deporte y discutir. Hablar y hablar, para después hacer.

Deberíamos unirnos y demostrar que en realidad todo el mundo nos necesita, debemos ser poderosos en el cuerpo para poder actuar y no estar arrinconados. Pues no podemos ser filósofos si antes no somos hombres.

Tenemos que descender del cielo en que vivimos y demostrar en la cancha cuánto pensamos y qué tan bien vivimos.

sábado, 31 de enero de 2009

LA FILOSOFÍA EN SAN MARCOS (2004-2008)


I. La falta de competencia



La filosofía es para los ancianos, digo esto porque la mente necesita desligarse de las sensaciones y de los instintos para pensar con pureza. Al joven por uno y otro lado le acecha los placeres carnales, su mente anda entre la carne y el espíritu.

Sin embargo, en estos últimos siglos hemos vivido a la champa, el débil vive como fuerte, los esclavos mandan, la mujer quiere ser hombre, etc., esta queja es la misma que lanza Guamán Poma en su carta al Rey, que el mundo está al revés. El mundo de las ideas, lo ideal, no se cumple en la realidad, hoy la frase “¡qué importa!” pulula hasta en los más idealistas, qué se va a hacer, así es la vida. Un joven filósofo es una contradicción, pero se da. Es un hecho que jóvenes estudien filosofía en la Universidad.

Ante ese factum hay que tomar decisiones. Por ello la pedagogía de los profesores de la escuela de filosofía debería adecuarse ante esa situación. Pero no es así. El objeto es un ser humano que está ardiendo de pasiones, ese es el obstáculo para los profesores de filosofía, porque ante una cita con una chica bonita o estudiar para un examen de Platón, es más seguro que vayan a lo primero, y es lo más normal.


***
La mayoría de profesores piensan que los estudiantes de filosofía son unos ancianos (más allá del hecho de que la filosofía sea para los ancianos, y para los jóvenes la guerra).

Si mañana hay un examen de Tomás de Aquino, por ejemplo, y justo hoy tengo una fiesta en donde voy estar con una chica que me gusta, yo como joven estudiante de la UNMSM voy a la fiesta, porque sé que ese profesor siempre aprueba. Con ello me perdí al no leer un gran texto de Tomás. Pero si yo sé que ese profesor es drástico y obliga a que estudiemos porque si no nos jala, entonces dejo toda fiesta y me pongo a estudiar.

Si, por otro lado, soy aplicado y me olvido de la fiesta, aun sabiendo que ese curso se aprueba a priori, llegado el final del curso todos tienen casi la misma nota, digamos todos tienen 16. Siento entonces una total desazón.

En aquellos dos ejemplos se manifiesta un rasgo importante de un estudiante joven: la voluntad. Lo que deberían hacer los profesores no es hacerse los ciegos ante la existencia de los instintos en el joven, sino aprovecharlos para el provecho de la escuela misma. El deseo sexual primó ante el amor a la sabiduría, en el primer caso; en el segundo, el deseo de ganar la competencia, o sea ser el mejor en el salón, se reprimió. Los dos resultados fueron en detrimento de la Escuela. El primero se vuelve un estudiante mediocre, el segundo un estudiante desencantado de lo que hace.

El problema está en que en la Escuela, la mayoría de profesores, no ponen presión, y creen que somos unos ancianos que no tenemos cuerpo y que por nuestra propia cuenta vamos a estudiar, como sí lo haría un anciano. Al joven le interesa la competencia, si se quiere unos filósofos viriles, ganadores, competidores que no le tienen miedo a nadie, se debe incentivar a la competencia.

La competencia es propiedad de la juventud, el goce que causa un triunfo arrastra a uno a realizar cosas inverosímiles. Si yo sé que si me saco la mayor nota voy a ser premiado con algo, al menos con la mención del profesor, entonces en una noche me puedo leer 400 páginas. Pero si sé que no tendré ningún goce, no llego ni a las 10 páginas.

En la Escuela de Filosofía falta incentivar a la competencia. Falta manipular la voluntad del estudiante para desarrollar su mente. Ante ello, por qué no mencionar a Fernando Muñoz, Dante Dávila, Ana María Gispert Sauch, JaimeVillanueva, David Villena, ellos obligan, ponen presión, dan miedo, así aprende un joven; un anciano no necesita ser presionado para estudiar. No hay concursos, publicaciones, premios, nada que incentive la competencia.

jueves, 8 de enero de 2009

¿Por qué filósofo y no ingeniero?

I



Que un joven con muchas necesidades económicas, perteneciente a un país pobre que está en pleno auge industrial, se proponga estudiar filosofía es cosa muy difícil de explicar. No es coherente que un pobre estudie filosofía. Sin embargo, daré los motivos precisos para que se entienda con qué coherencia se dio este proceso que empezó allá por la década del 90 y termina con estos ensayos de iniciación.

Los motivos que empujaron el proceso y que me llevó hasta la Universidad Nacional Mayor de San Marcos fueron dos. Primero, en este mundo, Perú a los inicios del siglo XXI, la idea de estudio es muy valorada, tal es así que los mejores hombres, según nuestros padres, son los que estudian. El segundo motivo es de carácter psicológico, la terrible tendencia, que en parte nací con ella y en parte me la inculcaron, de querer ser siempre el mejor, ser el mejor jugando fulbito, ser el mejor conquistando chicas, ser el mejor estudiando, etc. Mi búsqueda de ser el mejor en diversos aspectos también cayó en la finalidad que tenía como hombre, también debía ser el hombre más excelso. Y la imagen de hombre perfecto que tenía en mi cabeza era la de un hombre muy inteligente, idea que con el tiempo fue decayendo, pues el “progreso” moderno que estaba viviendo el Perú mostraba que era necesario estudiar, sino uno se perdía; mi padre creía que siendo médico o ingeniero iba a ser un gran hombre, pues no iba a tener necesidades de dinero, esta es la idea clave: estudia para que tengas dinero, para que tengas trabajo. Yo crecí con esa idea.

Entonces busqué ser un gran estudioso, cumpliendo con coherencia lo que planteaba la época. Me adiestré resolviendo problemas matemáticos y leyendo mucho, pues haciendo eso creía estar preparándome para ser un gran hombre. Pero lo curioso es que mi afán por buscar estudiar lo más difícil me llevó por caminos inesperados. Iba a ser ingeniero, porque en el colegio o en la calle se creía que el estudio más difícil era el estudio de la matemática, requisito indispensable para estudiar ingeniería, la lectura lo hacía por un placer aparte. Fuerte sorpresa me llevé cuando me enteré que los estudios de ingeniería, llámese electrónica, civil, industrial, se basaban todas en las ciencias puras como la matemática, la física, la química. Llegué a concluir que los físicos, por ejemplo, eran más inteligentes que los ingenieros civiles, pues los temas tratados en la física eran más profundos que de la ingeniería civil, ya que estos se reducían a aquellos, y no habría ingeniería civil sin físicos. También con los médicos pensé lo mismo, pues la técnica médica consiste en verificar qué enfermedad tiene una persona a partir de ciertos síntomas, para luego tomar ciertas medidas preestablecidas; sin embargo, los médicos, para sanar a un paciente, deben tener conocimientos obtenidos por otros y no por médicos, por ejemplo deberían utilizar los conocimientos del biólogo, del fisiólogo o del químico, de tal manera que el descubrimiento de un virus por parte de un biólogo era una labor más loable que el recetar ciertas pastillas para eliminar tal virus. Con estas conclusiones llegué a darme cuenta que estudiar ingeniería o medicina no era estudiar el conocimiento más alto que se puede lograr, tal como parecía por el status de estos personajes. Y sin embargo yo quería obtener los conocimientos más altos.

Por otra parte, a la par que resolvía problemas matemáticos, también leí mucho, especialmente literatura, pues con el correr del tiempo pensé que como los médicos o ingenieros no eran los más inteligentes, entonces deberían ser ellos, los literatos, los poseedores de tal sabiduría buscada. Fue con esta idea que empecé a crear mis primeras obras, entre poesía y cuento. Ya, inclusive, los matemáticos o físicos había caído ante los literatos, porque el conocimiento de los primeros eran muy parciales, muy diferente al de los literatos que sabían y contaban muchas cosas importantísimas para el hombre. Me gustaba mucho las obras de escritores de habla hispana como Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Julio Ramón Ribeyro, Alfredo Bryce Echenique, entre otros muy conocidos; poco a poco fui leyendo obras ya no tan populares, más rebuscadas. No me gustaba mucho las obras de escritores de otras lenguas, tal vez por la traducción, pero ya entonces veía que estaba labor era admirable, conocía a través de estos libros pensamientos indispensables para un hombre, y más todavía para un adolescente turbado como yo, conversaba con personajes más vivos que yo, y no eran muy tontos como normalmente se cree que son los escritores, y se cree eso porque uno, al no poder captar la lectura, se aburre y se justifica ello pensando que la lectura es algo tonto y de por sí también los escritores.

Lo que llamaba “mi tendencia a ser siempre el mejor” lo manifestaba en el “profundizar”. Cada vez que podía me introducía en una lectura nueva, conocía nuevos países con solo imaginármelo, nuevas costumbres, nuevas formas de ver la vida, fue así como este conocimiento dada en imágenes mentales me permitían ya un poco criticar las ideas que traía de mi cultura. Pero la novedad más grande que encontré en estos libros de literatura fue algo así como un oscuro secreto de la humanidad, algo que se mantenía oculto para el mundo vulgar, pues esto no estaba dado para el entendimiento de una persona común, fue así que tuve la imagen de un personaje oculto para las personas: el filósofo. Hasta entonces no sabía qué era eso, no sabía qué hacían, y es así que recordando esto entiendo las caras extrañas que ponían las personas cuando se enteraban de que estudiaba filosofía. Fue en los libros de Henry Miller donde conocí por primera vez la grandeza de los filósofos, y el primero que conocí fue Frederich Nietzsche. Henry Miller era un entusiasta de las ideas de este filósofo y lo presentaba como su maestro. Su criterio de actuar eran los criterios de Nietzsche… fue tan solo esto lo que tumbó la sabiduría de los literatos… ellos también se reducían a un saber más profundo y más difícil, apelaban a la filosofía. También, por aquella época, me caía en la mano libros en que los matemáticos y los físicos también apelaban a la filosofía. ¿No era, entonces, la filosofía, este gran saber que andaba buscando? ¿No caí coherentemente en la filosofía siguiendo las ideas de la época en que me decían que estudie mucho y a profundidad y siguiendo las ideas de mi padre en que me decía que sea el mejor?

Sin embargo, terminando de estudiar filosofía, supuestamente el saber más alto, no he recibido por parte del mundo en el que vivo, y el que me empujó a esto, la corona de laureles por haber ganado esta primera competencia.

II

Luego entendí que la idea de estudio valorada por la época no era el estudio más alto, sino un simple saber técnico que te permite tener un trabajo.