Tenía razón Marx cuando decía que el hombre proyectaba sus deseos en Dios, y tenía razón, porque hay una proyección de mi esencia en lo divino. Palabras como la cristiana que dice “Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza” son muy ciertas, y más ciertas aún si invertimos esta frase así: “el hombre figura a Dios a su imagen y semejanza”. Lo que ocasionó el pensamiento de Marx sobre la religión fue que todos pensaran que el hombre crea a Dios, que es un simple fantasma creado por el hombre para justificarse de sus debilidades. Interpretación errónea, porque lo que hace el hombre es figurar a su imagen y semejanza a Dios, mas no lo crea; la captación divina, la experiencia religiosa viene a ser un hecho innegable (Schleimacher, Otto, Eliade), es un hecho que somos finitos y que a partir de ello concebimos la infinitud, a la que llamamos Dios. Es decir somos dependientes de algo más amplio y poderoso que nosotros, pero que en diversas culturas se lo ha imaginad de diversas formas. Lo dicho por Marx vale para la interpretación de Jenófanes acerca de la forma y figura de Dios que el hombre concibe, pero no para desacreditar su presencia o, como lo han llamado, su existencia.
2008