A vosotros no les aconsejo el trabajo sino la lucha.
A vosotros no les aconsejo la paz, sino la victoria. ¡Vuestro trabajo debe ser
lucha y vuestra paz, victoria! Solamente armado con arco y flecha es como puede
callar y estar quieto; de lo contrario se parlotea y se protesta. ¡Vuestra paz
debe ser victoria! ¿Qué la buena causa santifica hasta la guerra? Yo les digo
que la guerra santifica todas las causas. La guerra y la valentía han hecho
cosas más grandes que el amor al prójimo. No vuestra compasión, sino vuestra
valentía han salvado ahora hasta ahora los accidentados. Preguntáis “¿Qué es
bueno?”. Ser valientes es ser buenos. Dejad que las niñas digan: “Es bueno lo
que es bonito y enternece”. (NIETZSCHE)

sábado, 2 de febrero de 2008

"La tercera resignación" de Gabriel García Márquez y el nombre de inmortalidad (ensayo)

La muerte es el tema principal del cuento. En ese sentido podemos argüir que esta palabra para el autor tiene tres significados. Al hablarde relegación como principio de nuestra teoría, la primera “muerte” denominada por el autor es el que da significado al denominado “deseo de inmortalidad”, entendiéndose como “la primera muerte” al hecho de que para la sociedad y para todo lo que nos rodea siempre seremos invisibles, si hablamos como inmortales, diremos que nuestra presencia es nula refiriéndonos al cambio que podríamos lograr en el mundo, por eso nos sentimos “muertos”, pero esta muerte ha sido provocada por lo externo, aquello nos ha hecho sentir innecesario, intrascendentales, relegándonos como un simple objeto que no tiene vida, que no tiene sentidos, nos ha abandonado a la soledad, al campo de lo insociable y de lo realmente inservible. Cuando pasamos entre los demás seres nos sentimos fantasmas que con las justas movemos el viento; esta primera muerte en el cementerio de la soledad nos hace sentir inservibles, por la cual nuestro yo cae de la más alta capa de narcisismo a la muerte total en si misma. Cuando sentimos que no le importamos a nadie nuestro amor propio es el único que nos podría salvar y a eso apuntamos, no miramos afuera ya, sino dentro de nosotros queriendo valorarnos, demostrando que sí tenemos mucho que dar y no nos resignamos a morir completamente, puesto que creemos en nosotros: esta es nuestra única salvación, no resignarse. En el cuento “La tercera resignación” la primera muerte, que es en el contexto fantástico cuando el niño queda vegetal experimentando una “muerte viva”, sucede a los siete años. Si tomamos importancia a este dato cuantitativo de siete años y recordamos que nuestra vida social en tanto hombres mayormente empieza en el colegio, cuando nos enfrentamos solos a lo externo sin que nuestros padres intervengan, veremos que esa muerte primera que ocurre al personaje es una forma de decir por el autor de que aquello fue la relegación. El colegio es el primer paso y en la escala de los valores que recibimos se encuentra después de las enseñanzas de nuestros padres, en ese mismo orden el superyó se estará formando. En esa época, promediando se impuso “siete años”, es cuando entramos en transición y en donde se verificará nuestra continuidad narcisista (amor exagerado a uno mismo) o nuestro buen paso al mundo social. Pues la “primera muerte” sería, precisamente, el mal paso al mundo social, el rechazo casi mortal que nos dan nuestros semejantes al cual, tal vez nos acostumbremos. El personaje no se resiste a esa muerte, intenta mostrar a los demás que no está muerto, pero en el momento que se acostumbre, cuando acepta la soledad como ideal se resignará a esa muerte social: la primera resignación.
La “segunda muerte” sucede cuando el protagonista (muerto-vivo) tiene veinticinco años (el relato empieza con los síntomas de la “segunda muerte”). Esta segunda muerte es una alegoría de la muerte verdadera, es decir, la orgánica, en el sentido que nuestro cuerpo deja de funcionar. El hombre empieza percibiendo su olor de su carne descompuesta, d sonido ínfimo de su cerebro como el aparato médico, esa línea monótona, que nos dice que alguien ya murió al dejar de latir su corazón. Habiéndose acostumbrado a vivir en soledad, o sea a estar “muerto”, se encontrará el ser humano con una segunda muerte que es el de verdaderamente morir, aquí nadie nos mata, la naturaleza misma da su veredicto diciendo que este cuerpo no da para más. El personaje había estado viviendo vegetal dieciocho años sin problemas, al cuidado de su madre, y sus familiares sabía que estaba aún vivo por el crecimiento, pero cuando terminó de crecer a los veinticinco años ya no podían saber si estaba muerto o vivo. Él lo empieza a sentir, como repetimos, mediante el hedor de su propia materia. No se resignará a morir otra vez, más muerte ya no, se dirá. Pero no podrá evitarlo; la naturaleza, al cual pertenecemos, es así, irremediable, él habrá de morir, no sin antes haberse resistido. La “segunda muerte”, por tanto, es la muerte del cuerpo. Entonces pensaremos que si en la vida verdadera hemos sido unos muertos sociales y ahora con la muerte de mi imagen otra vez moriré, no, no queremos morir, dirán, nos aferraremos más a nosotros y buscaremos una salida a tal dilema existencial. ¿Cuando podré sentirme verdaderamente vivo, eterno? Nada se podrá hacer y nosotros habremos desaparecido y lo aceptamos; la segunda resignación. Nos quedamos con el consuelo de que aunque sea viviremos en el recuerdo de nuestros padres y amigos, después de nuestra muerte al menos pensarán en nosotros, ¿eso será para siempre? No, entre los seres que quedaron vivos apenas pasará un tiempo y se olvidarán de nosotros, ya que ni siquiera llamamos la atención de vivos, de muertos no esperemos recibir algo mejor, será una irrealidad ese pensamiento, mientras mi paso por el mundo será inadvertido, ¿pero qué se puede hacer, si yo sé que estoy vivo, si mi narcisismo me ha hecho una persona en que todos están pendientes? Por eso deberé dejar algo para que nadie me olvide y esté en los recuerdos de todos siempre vivo. Deberá dejar algo a la posteridad y en bien de todos para no morir en la memoria, aunque sea, de los demás, que es mi “tercera muerte”, inventaré algo, descubriré ideas fabulosas, haré arte. Será un gran ideólogo, qué puedo hacer para que al menos no muera en esa “tercera muerte” que es la definitiva, tan triste situación esa de desaparecer de e recuerdo de todos. ¿Pero si no lo hago, si no llego a pertenecer al parnaso?, si que en verdad habré sido un muerto esa será mi tercera resignación.
Es decir, con los pensamientos descritos anteriormente que son, según la interpretación de la obra, las que más o menos se dan en el personaje y también en el poeta, a estos seres la muerte, en sus tres formas distintas, les ha estado molestando siempre, o bien han sido solitarios, o bien han tenido una salud delicada, de tal modo que su narcisismo exagerado se ha visto atacado al no poder hacer lo que les venga en gana. Una significación más literaria que encontramos en el cuento sobre la muerte sería la “inexpresión”, el estar en un ataúd sin poder movernos ni caminar, ni nada se estará en constante lucha de no morir, de que su yo siempre se vea libre de todo y dominando la atención de todos, tanto se sufrirá de muertes que buscarán una solución para que puedan vivir al menos después de muertos y eso es su convicción; dejar algo.
Se arranca de los pelos al pensar que después de que mueran nadie se haya dado cuenta de su paso por este mundo. Esos seres inmortales tienen a su favor el hecho de que podrán más empeño en lo que hacen, mientras que otros se dedican a ser felices, a “vivir”, en conjunto, no les importa dejar nada, ellos, a si sea tontamente, querrán vivir como los demás, sin saber que a su muerte desaparecerán para siempre de la memoria de los que quedan, situación que inmortal combatirá antes de que la resignación de los años le alcance.
(2004)